Seguimos repasando lo que podéis leer sobre Abaurrea Baja y Abaurrea Alta en el número 47 de la revista Conocer Navarra. Un genial artículo escrito por Julio Asunción
No te preocupes si te perdiste alguno de los artículos sobre las Abaurreas de la revista, los tienes aquí mismo, a un click de distancia:
-Abaurrea Alta, balcón de los Pirineos
En esta ocasión me he permitido el lujo de ilustrar el artículo con mis propias fotos, fotografiando las de la revista perdían mucha calidad.. ¡al lío!
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Abaurrea Alta, balcón de los Pirineos
Si hay un pueblo en Navarra donde el cielo parece tocarse,
donde las estrellas quedan más cerca, ese es Abaurrea Alta / Abaurregaina. Se
encuentra a 1039 metros de altitud y es la única localidad de Navarra que
supera los 1000 metros de altura. Llegaremos en cinco minutos desde “La Baja”.
La carretera gana altura rápidamente, salvando en algo más de tres kilómetros
los casi 200 metros de desnivel que separan los dos núcleos.
Antes de llegar al pueblo tenemos que hacer una obligada
parada en el mirador de Abaurrea Baja. Se encuentra junto a la carretera. Desde
él obtendremos una estupenda panorámica del valle de Aezkoa.
Una mesa interpretativa nos ilustra sobre los hitos quevemos desde aquí. A nuestros pies, haciendo de nuevo gala de su humildad ante
la amplitud del paisaje, apenas asoma el caserío de Abaurrea Baja, a lo lejos
también se puede ver Aria, que junto a Villanueva de Aezkoa es el pueblo que
conserva más hórreos de Navarra. También destacan las paredes rocosas del Berrendi. Sobre el río Irati se levanta el monte Pettuberro, en cuta cima se
dice que se reunían las brujas de Aezkoa en aquelarre. Y, a lo lejos, el monte
Ortzanzurieta, que, con sus 1566 m. es el más alto que se puede ver desde aquí.
Tras despedirnos definitivamente de Abaurrea Baja llegamos a
nuestro destino. Hemos salido del fondo del valle y ahora tenemos horizontes más
amplios. Abaurrea Baja está rodeada de montes que, de alguna manera, la
encajonan. En cambio Abaurrea Alta, aunque dispone su caserío a las faldas de
la Peña de San Miguel, se orienta hacia los extensos prados que se abren hacia
el sur y el sureste del pueblo.
Siguiendo la comparación de la madre y la hija, parece esa
chica que ha querido independizarse para ver mundo con esa curiosidad
inagotable propia de la juventud. Una curiosidad que se ve premiada con la
belleza. Y es que la panorámica que disfrutaremos desde el mirador de Abaurregaina dejará una impronta indeleble en nuestras retinas. El mirador se
encuentra a la salida del pueblo en dirección al valle de Salazar. Lo mismo que
en el que hemos visitado en Abaurrea Baja, aquí también encontraremos una mesa interpretativa que nos informa de lo que estamos viendo.
Ante nosotros se dibuja una de las vistas más hermosas del
Pirineo navarro y parte del Pirineo aragonés. Cerca, enmarcando la imagen, los
prados que son tan hermosos con el verde intenso de la primavera como con el
gran manto blanco con el que la nieve lo cubre en invierno.
La sierra de Abodi, que limita por el sur de la selva de
Irati, no puede llegar a ocultar el monte Ori: el primer dos mil del Pirineo. Y
al fondo, en nutrido grupo que parece pelearse por salir mejor en la foto,
aparecen los gigantes. El Anie, francés, con sus 2.507 m compite en importancia
con La Mesa de los Tres Reyes, que con sus 2446 m suma el galardón de ser la
cima más alta de Navarra. Los maños también acuden a la cita: Rincón del Alano
(2352m) Peñaforca (2390m) y Acherito (2378m) entre otros, nos recuerdan la
belleza del Pirineo aragonés. Y a la derecha asoma Bisaurín (2670m) el pico más
alto que se ve desde aquí y que asoma junto al navarro Ezkaurre (2047m).
Hasta 21 picos que superan los 2000 metros. Ante la belleza
de esta panorámica, uno quiere pensar que Abaurrea Alta no se creó sólo para
aprovechar los mejores pastos de la zona. Quizás un pastor-poeta enamorado de
estas vistas allá en la Edad Media decidió quedarse a vivir aquí, aguantando
los fríos y vientos pero alimentando su espíritu con la hermosura del paisaje.
Quizás pensó algo parecido a los versos del gran pastor-poeta Miguel Hernández:
“Lo que haya de venir, aquí lo espero
Cultivando el romero y la pobreza.
Aquí de nuevo empieza
El orden, se reanuda
El reposo, por yerros alterado,
Mi vida humilde, y por humilde, muda.
Y Dios dirá, que está siempre callado”.
Puede que también nosotros queramos quedarnos aquí,
hechizados con las vistas del erizado Pirineo. Nos consuela saber que más
adelante, desde las alturas de La Peña San Miguel, volveremos a disfrutar de más panorámicas. Con razón a Abaurrea Alta se la llama “El Balcón de los
Pirineos”. Y es que desde Abaurregaina se tienen algunas de las mejores
panorámicas de la gran cordillera y del valle de Aezkoa.
Volvemos al caserío para acercarnos a la iglesia parroquial, la iglesia de San Pedro. El templo no es muy grande pero tiene una robusta
traza de muros de sillar. Parece tener su origen en el siglo XIV, como la iglesia San Martín de Abaurrea Baja, pero fue muy reformada en siglos
posteriores, sobre todo en el XVI. La portada gótica de tres arquivoltas está
coronada con las llaves de San Pedro en alusión a la advocación del templo. La
portada está precedida por un pórtico que, entre otras funciones, protege del
frío, viento y lluvia a los feligreses. No es de extrañar en uno de los lugares
más fríos de Navarra, donde se han llegado a alcanzar los 22 grados bajo cero.
Y si no que se lo digan a las hermanas Graciana y Jerónima de Enecoiz, que e 1768
tuvieron un pleito con el vicario de las parroquiales de las Abaurreas por “acudir
a misa sin el atuendo tradicional de las mujeres casadas, que es, además de la
cofia, un velo blanco en la cabeza cubriéndoles la cara, y cuando tienen luto,
otro velo negro sobre el blanco”. Graciana y Jerónima se defendieron diciendo
que “aquella tierra era de grandes fríos y que no tenían tiempo para ponerse la
toca cuando van del campo a la iglesia”.
Para visitar el interior de la iglesia tendremos que acudir
en domingo, cuando se abre para la misa1 . Así podremos ver sus
bóvedas de complicada nervadura propias del gótico tardío. El templo tiene
planta de cruz latina y cabecera pentagonal. En el interior también hay que
destacar el coro, fechado por una inscripción en 1587. La pila bautismal
también es interesante. Puede que sea el elemento más antiguo de la iglesia, ya
que por su tipología podría ser románica.
(1) Nota desde Turismo Abaurrea Este año, y como novedad, desde el Museo de Estelas - Hilarriak también enseñamos la iglesia siempre que así lo deseen nuestros visitantes y no interfiera con los actos de culto y fe que en ella se realizan semanalmente.
La iglesia de San Pedro nos guarda una sorpresa. En su lado
norte, donde estuvo el antiguo cementerio del pueblo, hoy encontramos el Museo de Estelas, un ejemplo de recuperación del patrimonio. El cementerio guardaba un pequeño tesoro: decenas de estelas discoideas, una de las mejores
colecciones de Navarra. Varias de ellas son medievales, de los tiempos de los
primeros habitantes de Abaurregaina.
Las estelas funerarias eran un homenaje en
piedra a los muertos. De origen celta y aún anterior, fueron posteriormente
cristianizadas y adoptadas en Navarra y País Vasco antes de que se generalizara
el uso de la cruz en las tumbas. Esta tradición sigue vigente todavía y muchas
veces se eligen estelas de factura moderna para señalar las sepulturas en
muchos cementerios navarros.
La mayoría de las estelas de Abaurrea Alta habían quedado
enterradas debido al abandono y al paso del tiempo. Gracias a haber sido
rescatadas del olvido, el visitante puede asombrarse del simbolismo
representado en estos monumentos funerarios de gran riqueza decorativa. Amplio
es el catálogo de los motivos: personajes humanos, instrumentos de labor que
recuerdan el oficio del fallecido, motivos vegetales, el sol, la luna, estrellas,
cruces de diferente tipología, pájaros, anagramas, motivos geométricos, etc.
Las estelas recuerdan al antepasado fallecido y nos hablan también de lacreencia en el más allá.
A todo esto hay que sumar el acierto en la exposición.
Iremos encontrando las estelas mientras hacemos un recorrido alegórico que
lleva del nacimiento a la muerte. Un recorrido laberíntico que recuerda las
complicaciones y los retos a los que hay que enfrentarse en la vida. El
recorrido acaba en una pasarela. El lugar más alto del jardín de estelas que
representa el cielo. Desde este lugar podemos ver el laberinto que hemos
recorrido. El alma desde el cielo observa su obra en la tierra. Y desde aquí
también tenemos una estupenda panorámica. No podemos menos que pensar que
merece ganarse el cielo. Toda una enseñanza.
La peña de San Miguel, que se pega a las casas de Abaurrea
Alta como si quisiera quitarse el frío al contacto con la gente, es nuestro
siguiente punto de interés. Allí nos espera la ermita de San Miguel, hoy unas sugerentes
ruinas, y la cueva de Mauletxe donde recordaremos una de las leyendas de brujas
que se cuentan en el valle.
La ermita de San Miguel es la iglesia más antigua del lugar.
Data del SXIII y hoy sólo quedan ruinas de ella. En su interior conserva un
arco milagrosamente completo. El arco en complicado equilibrio y la vegetación
que poco a poco va cubriendo los muros dan ese aire melancólico que poseen las
ruinas de lugares retirados y que tan bien plasmaron en sus obras los pintores
del Romanticismo.
Cerca de la cima del monte se encuentra la cueva de Mauletxe
donde se dice habitó una bruja. Es el valle de Aezkoa rico en leyendas de
brujas. El monte Pettuberro, el crucero de Garaioa o la desaparecida ermita de
Santa Engracia en Abaurrea Baja son algunos de los lugares relacionados con las
sorgiñak y sus aquelarres.
Se dice que en la cueva de Mauletxe vivió una bruja de malas
pulgas pero de buen corazón. No se le conocía que hubiera traído la desgracia a
nadie, pero su mal genio mantenía a la gente del pueblo a distancia. Experta en
preparar ungüentos curativos con las hierbas del monte, temía que sus saberes
se perdieran cuando llegara su hora. Por esto, y por la soledad apenas
confesada que en el fondo sentía, adoptó como propia a una niña. La niña poco a
poco se fue haciendo mayor, retirada del mundo, y con la sola compañía de la
bruja. La bruja no dejaba de advertirle de la maldad de los demás humanos y de
que se mantuviera alejada de ellos, pero un día la joven, que hacía cada vez
gala de mayor belleza, mientras buscaba en el monte hierbas para sus pócimas se
encontró con un apuesto mozo del pueblo. En seguida surgió el chispazo del
amor. Se veían a escondidas, a espaldas de la bruja. Esta sospechó del asunto
ante la alegría que demostraba su hija. Confirmaron las sospechas el brillo que
vio en los ojos de la joven, que la bruja reconoció cómo propio de quien se ha
enamorado.
Una vez descubierta la relación, la bruja prohibió a su hija
que volviera a ver al abaurreano. Pero nadie, ni siquiera la bruja de Mauletxe,
puede contra el amor. Una noche los jóvenes decidieron fugarse. La bruja se
despertó al notar que su hija no estaba durmiendo a su lado en la cueva cómo
todas las noches. Alarmada, salió de la cavidad y subió a lo más alto de la peña para intentar localizarla. Desde allí vio cómo los jóvenes huían, ya lejos
de su alcance. Presa de la ira y la desesperación se precipitó al vacío.
Todavía se dice que el espíritu de la bruja ronda por la cueva a la espera de
que vuelva su hija.
La cueva de Mauletxe y la ermita de San Miguel son un
ejemplo del contraste entre lo pagano y lo cristiano. San Miguel fue el
arcángel que venció a las fuerzas del mal, por eso muchas ermitas dedicadas a
San Miguel se encuentran en lugares donde existieron cultos paganos.
En la Peña de San Miguel podemos recordar todo esto mientras
visitamos la cueva, la ermita y al mismo tiempo disfrutamos de las extensas
panorámicas que tendremos desde la cima, ubicada a 1134 metros de altura, y el
lugar donde la leyenda dice que se tiró la bruja.
Para ello nada mejor que
seguir la ruta que recorre el monte San Miguel y que se detalla en la ruta número 2 con la que se da cierre a este reportaje.
La cima de la Peña de San Miguel es un excelente lugar para
ver atardecer. Se va el día y finalizamos la jornada.
Hemos conocido las Abaurreas y caminado unos cuantos
kilómetros por dos rutas de senderismo que nos han mostrado parte de la
naturaleza de la zona. No hay tiempo para más.
Pero quedan historias en el tintero. No hemos hablado de lacueva de Zatoya, lugar que habitaron algunos de los últimos cazadores prehistóricos del Pirineo. Tampoco de los destrozos que hicieron las tropas francesas
en las Abaurreas en la Guerra de la Convención. Ni de cómo el general carlista Zumalacárregui quedó atrapado por la nieve en estas tierras, ni del tiroteo que se produjo en 1944 en Abaurrea Alta entre los maquis y la Guardia Civil. En
otra ocasión recordaremos cómo el contrabando era una actividad frecuente en
estos montes.
Por eso tendremos que volver a las Abaurreas ¿Qué mejor forma de
contar estas historias en una tarde de invierno junto a la chimenea de una casa
rural al tiempo que vemos nevar a través de las ventanas?
por Julio Asunción
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