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- Parte 1 : La fábrica de Armas de Orbaizeta, un caso singular de patrimonio histórico minero-metalúrgico
- Parte 2 : La fábrica de Armas de Orbaizeta, construcción y reconstrucción
El Capitán MACARIO DE ARNAIZ (1849), según
el mismo cuenta, mejoró la plantilla y las instalaciones, aunque la producción
de hierro había mermado a 300 quintales / mes. Este autor también hace una
magnífica descripcíon de la fábrica (Cfr pag 55).
DESCRIPCIÓN DEL PROCESO PRODUCIWO, SEGÚN
MORALES (1849)
Recogemos los datos
aportados por el Capitán FRANCISCO MORALES (1849) que, aunados a conocimientos
propios, nos permiten reconstruir el proceso productivo.
Por minería subterránea se obtenían las menas, se trata de oligisto, goethita y siderita (que se
calcinaba "in situ") en criaderos próximos. Estos minerales se
llevaban a la fábrica (suponemos que en carretas) donde se mezclaban y dejaban
un tiempo a la intemperie (donde se oxidaban las menas y se lavaban de algunas
impurezas).
Enfrente de la factoría se producía carbón vegetal. Se cortaban troncos, se troceaban y apilaban los leños en la plaza (menudos y secos en la base, luego fragmentos gruesos y por encima palos cada vez más finos, evitando huecos) conformando un cuerpo troncónico, que se recubría de tierra y se le daba fuego.
El carbonero, orientado
por los humos, dirigía el fuego. Cuando se acababa el humo espeso y salía vapor
azulado se tapaban todos los agujeros y se dejaba así varios días, procediendo
luego a descubrir el carbón obtenido para enfriarlo.
El mineral se cargaba por la parte superior de los hornos, sin interrupción de día y de noche. Se echaba una carga de carbón, una de mineral y otra de castina. El fundente era una piedra caliza azulada de los alrededores. Los altos hornos eran ahusados. Se cargaban por la tragante, situada sobre la cuba. La cuba adquiría su mayor anchura en la base, lo que se llamaba el vientre.
Por debajo del vientre
se estrechaba el horno de nuevo conformando el atálaje. En la parte inferior se
disponía el crisol.
El interior estaba
forrado por unas camisas refractarias elaboradas con arenisca rojiza de Eugui o
con otras piedras procedentes de Garralda, población cercana a Orbaiceta. Estas
últimas resistían menos al calentamiento, por lo que no se empleaban en el
atalaje y crisol, ya que en la parte baja del horno es donde se alcanzan
mayores temperaturas.
Las camisas duraban algunas
campañas, mientras que los refractarios del atalaje y crisol sólo una.
El horno constaba de su
correspondiente fuelle-tobera, accionado hidráulicamente. Las toberas se
situaban justo por encima del crisol.
Los antiguos fuelles habían
sido sustituidos por fuelles de pistón. Estos pistones no sólo proporcionaban
aire a los hornos, sino a las fraguas y fuegos de cerrajero.
El hierro fundido, por
su gran densidad, iba a parar al crisol o parte inferior del horno, encima del
metal quedaba la lechada de escordias, de menor peso específico.
Cada día, salían dos o
tres coladas, operación conocida como sangrado de los hornos (consistía en la
apertura de un agujero, sellado con arcilla refractaria en la parte interior,
mientras que las escorias se sangraban a mayor altura). El crisol estaba a una
cierta cota sobre el suelo para que corriese con facilidad la colada, que iba a
parar directamente a los moldes, o en casos, a surcos ubicados en la plaza y
recubiertos de arenas refractarias. Estos moldes se preparaban entre las
coladas.
El hierro obtenido
mostraba diversas calidades, recibiendo en Orbaiceta tres denominaciones: gris,
natural y blanco. El color blanco solía indicar la presencia de impurezas o la
falta de carbono. Las escorias eran de dos tipos, las que contenían hierro y
las que no. Las primeras se llevaban al bocarte (machaqueo) y se lavaban,
volviendo a añadirlas al horno.
A veces el hierro que se vertía en la propia plaza se cortaba en trozos. El
siguiente proceso era el afino (refino en la literatura antigua, que es la
operación que se hacía para descarburar el hierro, para que fuese maleable y se
pudiese trabajar. Para ello se calentaba la masa con carbón en un crisol
recibiendo, segun MORALES (1849), "toda la fuerza del viento"
mientras que un operario con una palanca remobía la masa para mostrarla por
todos sus lados al chorro de la tobera.
Al final se obtenía una bola (llamada zamarra) (Fig. 10), que era sacada
del crisol y entregada al martilleador, que la dejaba en forma más o menos
paralepipédica de base cuadrada (Fig. 11). Se volvía a calentar frente a la
tobera y se entregaba a un segundo martilleador para que confeccionase una
pieza de las dimensiones requeridas para el uso deseado. En la fábrica había
tres martillos pilones, de 12,8 y 2 arrobas (1 arroba equivale a 11 kg y 502 g)
En la cerrajería se obtenían piezas y herramientas diversas (Fig. 12).
ÚLTIMOS TIEMPOS Y CONCLUSIONES
Según PARRILLA NIETO (1987) al hacerse cargo, en 1854, de la administración
de los montes el Ministerio de Fomento, hubo dificultades en el suministro de
leña (para carbón) lo cual llevaría a la casi paralización de Orbaiceta,
lo que trajo la intervención del Gobierno, en 1865,
asignando los montes a la Dirección General de Propiedades y Derechos del Estado. Con estas mejoras en el
aprovisionamiento, y por haber pasado Orbaiceta a suministrar hierro a las fábricas de armamento de Trueba y Oviedo (desde mayo
de 1868) se recupera la producción. Pero un incendio debastador ocurrido en 1870 va a marcar de nuevo su
declive. Orbaiceta cierra definitivamente, por falta de rentabilidad, en 1873.
Pasados más de cien años y estando la factoría en ruinas y cubierta de
vegetación fue sacada del olvido gracias a la tesis de AURORA RABANAL YUS, en
los años ochenta (Departamento de Ha del Arte, de la Universidad Autónoma de
Madrid). Orbaiceta ha sido excavada recientemente, bajo la dirección de la arqueóloga Dña. ANA CARMEN SÁNCHEZ DELGADO, gracias a la organización de campos de trabajo (1986-1991) auspiciados por el Gobierno Autonómico de Navarra.
Las conclusiones son:
1) Orbaiceta es una factoría importante del ejercito español, iniciativa
del gobierno ilustrado de CARLOS III.
2) Su mala posición estratégica y avatares históricos hicieron que sólo
funcionase de forma intermitente, al sufrir continuas destrucciones e
incendios, por guerras u otras circunstancias.
3) El pueblo llano del valle cede sus bosques a la Corona (en contra de una
placa que han puesto en la selva de Irati) y colabora de forma
voluntaria en defensa de la nación española, ante el enemigo exterior, y frente
a la insurrección carlista.
4) Ahora sólo quedan ruinas, pero sin duda conforman un patrimonio arqueológico-industrial
de gran interés.
BIBLIOGRAFÍA
Arnaiz, M. de (1849 y 1850): Breve reseña de las fábricas de fundición
de hierro de Navarra, sus recursos y ventajas que pueden reportar al Estado,
con la protección del Gobierno de S.M. El Memorial de Artillería o colección
de artículos y memorias sobre diversas ramas del saber militarXV, 115-123.T.VI,
49-91-
Elósegui, J., de Orbe, A., Pedrafita, J.L. y Redón, F. (1988): El Parque Natural Pirenaico
en Navarra. II Irati-Ibañeta. Ed. Gobierno de Navarra. Pamplona.
Chaudeanssur (1795): Minas de España. Memoria sobre las minas de cobre de
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Bascongada de Amigos del País, 91-94.
Madoz, P. (1847 y 1849): Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y
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segundos hornos y restablecimiento de la Real Fábrica después de la invasión de
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colección de artículos y memorias sobre diversas ramas
del saber militar, T. V, 444457.2 láminas.
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Parrilla Nieto, M. (1987): Notas sobre las visicitudes de Orbaiceta
entre la Guerra del Pirineo y su cierre definitivo En
RABANAL YUS,A. (Ed.) Las Reales Fábricas de Eugui y Orbaiceta, en Navarra.
Ed. Gobierno de Navarra. Burlada, 105-113.
Puche Riart, O. (2001): Los hermanos Elhúyar, descubridores del
volframio. Fundatel, 5,73-84. Madrid.
Rabanal Yus, A. (1987): Las Reales Fábricas de Eugui y Orbaiceta,
en Navarra. Ed. Gobierno de Navarra. Burlada.
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