Volvemos a abrir el diccionario estadístico de Madoz (1845-1850) para ver que nos cuenta sobre la villa de Roncesvalles, a escasos diez minutos del valle de Aezkoa.
Lugar con ayuntamiento en la provincia de Navarra, Partido Judicial de Aoiz (6 leguas) audiencia territorial y diócesis de Pamplona (7 leguas), es aduana terrestre de primera clase desde que en agosto de 1845 se suprimiera la de Valcarlos. Situación; al pie del Pirineo a 1/4 leguas de su cima por el Sur, en la garganta misma y camino de Pamplona a San Juan de Pie de Puerto, en medio de una pequeña llanura rodeada de cerros de alguna elevación, el clima es muy húmedo y frio, propenso a reumatismos y afecciones de pecho.
Tiene 34 casas que forman dos calles y una plaza y fuente de aguas esquisitas pero lo que hace notable esta población es la real casa e insigne colegiata dedicada a Nuestra Señora de Roncesvalles.
Esta iglesia está bajo la protección inmediata de la Silla apostólica y es de patronato de Su Majestad, quien en las vacantes nombra prior de su real consejo, tiene uso de pontificales y jurisdición cuasi nullius, también se intitula gran abad de Colonia, aunque no consta por los varios incendios del archivo, de donde le viene este dictado.
Como es iglesia recepticia no hay número fijo de canónigos, eligiendo estos y el prior los que puedan mantenerse con las rentas, si bien según el último arreglo de cuando los poseía, no han de pasar de 12, en la actualidad está vacante el priorato y solo quedan 6 canónigos, existiendo también 2 bajos o sochantres, que son racioneros perpétuos, lo mismo que otro que sirve la secretaría capitular, y el que desempeña la cura de las almas, con más un sacristan encargado de la penitenciaria, y organista, que debe ser sacerdote y regir la capilla, compuesta de un tenor, un bajonista, 2 bajetes y 5 infantes.
El prior y canónigos llevan en su ropa exterior y parte izquierda del pecho una cruz de terciopelo verde en forma de espada y una medalla de plata u oro en la sotana o levita con la misma cruz, que es el distintivo e insignia de la antiquísima orden militar de Roncesvalles a la que pertenecen y la cual mantuvo tropas en tiempos pasados teniendo a su cargo la defensa del castillo de Segain, cerca de Urroz, cuya fortaleza existía en 1471.
Es además Roncesvalles uno de los más celebres santuarios de la cristiandad, ocupando el primer lugar después de los de Jerusalen, Roma y Santiago y, que por lo mismo ha sido frecuentado por los peregrinos y por varios personajes ilustres entre los cuales se cuentan muchos reyes de Navarra y príncipes extranjeros, señaladamente la reina de Portugal Sta Isabel, que regaló a la Virgen un manto de seda encarnada bordado de oro por sus propias manos, que aún se conserva.
La iglesia en la que primero se veneró a la santa imagen de Nuestra Señora de Roncesvalles después de su aparición es el edificio destinado hoy a otros usos y que sólo dista 200 pasos del sitio en el que sucedió el milagro en el cual esta la llamada fuente de la virgen, la cual fue fundada por el rey Sancho el Fuerte, cuyas cenizas junto con las de su esposa Doña Clemencia descansan en el presbiterio al lado del evangelio en una urna de jaspe sobre la cual se hallan en actitud muy devota los bustos de ambos trabajados con bastante perfección y a sus lados cuelgan dos trozos de las cadenas que dicho rey ganó en la batalla de las Navas de Tolosa.
La sacristía es moderna, espaciosa y alegre, se conservan en ella candeleros y ramos de plata y especialmente cálices, cuya extraña configuración denotan su antigüedad y los cuales enagenó la colegiata para atender a los gastos de la guerra de la independencia. Sólo han quedado algunos relicarios siendo notable uno de plata sobredorada en forma de cruz que en dos canutillos tiene dos espinas de la corona de Jesus, y otro cuadrado en forma de juego de ajedrez que contiene 32 reliquias en otras tantas casillas cerradas con cristal y con sus correspondientes letreros, según lo mandó hacer Don Francisco Navarro siendo prior.
También hay un cuadro de Nuestra Señora de muchísimo mérito, varios efectos pertenecientes al pontifical del arzobispo de Reims, Turpín, que acompañaba al ejército de Carlomagno en la famosa batalla de Roncesvalles, el libro con cubiertas de plata sobre el cual se recibía el juramento a los reyes de Navarra cuando por ausencia del obispo de Pamplona o por otra causa lo prestaban ante el prior de la colegiata, otros libros antiquísimos que contienen fundaciones y otras piezas curiosas y un antiguo calendario.
La biblioteca es todavía numerosa y selecta, contando millares de volúmenes entre los que merece particular mención la Filosofía de Confuncio escrita con caracteres chinescos, encuadernada en pasta fina y en dos tomos en 4º mayor.
Además de la iglesia mencionada existe otra pequeña con la advocación de Santiago que está casi arruinada, y las basílicas de Ibañeta y Sancti Spiritus, levantada esta sobre la hoya en que fueron, según la tradición, enterrados los oficiales de Carlomagno y la cual sirve generosamente de cementerio. La primera tiene vertientes al océano y al Mediterráneo.
El término confina al norte con Francia y Valcarlos, al Este con Orbaiceta, al Sur y al Oeste con Burguete. Dentro de su circunferencia se cría arbolado de hayas y buenos pastos que se aprovechan para el ganado vacuno y mular.
El terreno se fertiliza por los dos arroyos, produce heno y patatas, pesca de truchas y anguilas y caza mayor y menor, la de palomas es abundantísima y se cogen como en Etxalar.
El correo se recibe de Pamplona, hay un molino harinero, la población es de 34 vecinos, 89 almas y la riqueza de 40650 reales.
Historia: Mariana llama a Roncesvalles, "Lugar bien conocido por la matanza y destrozo que allí se hizo de la nobleza de Francia, cuando Carlomagno quiso por fuerza de armas entrar en España". Hablando con precisión, fue esto en su retirada. En efecto, en el año 778, según todos los cronicones, el emperador franco entró en España por este desfiladero, no para echar de ella a los musulmanes como han creído muchos, ni con el único objeto de proteger a los rebeldes que se habían apoderado de Zaragoza, según han pensado otros, sino con el de apoderarse de aquella y sujetar a su dominio el país cispirenaico, que sólo había buscado su protección. Traslucido este intento, vio Carlos la oposición del país y no habiendo conseguido apoderarse de Zaragoza regresaba a sus estados por este mismo punto con la gran presa que arrastraba de los pueblos españoles, saqueados sin distinción de musulmanes y cristianos. Los vascones al verlo metido en en este desfiladero cayeron sobre su ejército, volcaron sobre él los peñascos de las cumbres que lo estrechaban, acorralaron su retaguardia y la hicieron victima de su independencia ofendida. Fenecieron en el trance Roldando de Hruodlando, prefecto de la marca de Bretaña, Eguinhardo, prepósito de la mesa del rey, Anselmo, conde del palacio, y otros magnates, Eguinardo, en los anales de grancia y en la vida de Carlomagno y el anónimo astrónomo en la de Ludovico Pio hablan de esta derrota que tan fatal fue para la gloria de su emperador y de su nación.
La relación de este triunfo de los vascones se conserva aún entre los descendientes de aquellos bravos transmitida de padres a hijos en una hermosa canción, sencilla, guerrera y muy libre, atribuida por algunos al siglo X, aun por otros al IX, es conocida como el Altabizaren cantua, que puede verse en la colección de Mr Francisco Michel.
Según cierto documento de Alaon, el duque Lupo II, hijo de Wifredo, acaudilló aquella emboscada, pero la autenticidad de este códice es muy dudosa, 34 años después volvió sobre la Navarra por este célebre punto el poder ultrapirenaico y al regresar de su expedición, quisieron reproducir en él los vascones su anterior gloria, pero Luis hizo registrar todas las inmediaciones del desfiladero y recorrer los valles, ahorcó a uno de los caudillos de sus concejos y estos montañeses hubieron de respetar su tránsito, porque no fuesen sus mujeres y niños las primeras víctimas, viendo que iban en el centro del ejército, cuya sabia precaución de Luis pudo únicamente liberarlo.
Así lo confirmó el nuevo acontecimiento de últimos del año 823, los condes Eblo y Asenario, tenientes del rey de Aquitania, en las Marcas de Vasconia, penetraron igualmente por este desfiladero y al retirarse por el mismo los vascones auxiliados esta vez por los árabes, los asaltaron, derrotaron toda su hueste y los hicieron prisioneros.
Tanta es la importancia de Roncesvalles en la historia de Navarra. Esta importancia naturalmente debió atraerle desde lo más antiguo la consideración y beneficios de sus reyes. Esta santa localidad consagrada por el valor de sus naturales a la independencia del país no pudo tardar tampoco en serlo a la religión, segun costumbre de los tiempos. Sim embargo, hasta el reinado de Don Sancho el Fuerte nada consta. Este rey fundó la iglesia de Santa Maria, dónde él y sus descendientes debían de ser enterrados, y la dotó generosamente para hospedar a los peregrinos.
Los reyes Don Teobaldo I y II, Don Felipe III y Doña Juana, Don Carlos III, Don Juan II y la princesa Doña Leonor continuaron colmándola de mercedes. Un documento sin fecha atribuido al siglo XV contiene una súplica que los Fraires de Roncesvalles dirigían al Rey, según este documento, Don Sancho edificó en la cumbre del monte junto a una capilla titulada de Carlomagno, un hospital donde se recibía a los peregrinos y pobres enfermos, este hospital due dotado y enriquecido por los reyes de Navarra, que lo miraron como a su propia cámara, existiendo en él desde lo antiguo religiosos, clérigos, legos y hermanos que servían a los enfermos y recibían a los peregrinos, todos traían el mismo hábito y al lado izquierdo una cruz verde. Siempre habían usado este habito y el nombre de Freires, por tales freires los había reputado siempre la santa sede en los privilegios apostólicos, concediéndoles que dentro del cercado de su monasterio pudiesen llevar el sobrepelliz blanco.
Después, algunos hermanos del hospital, desdeñándose de vestir el mismo hábito que los legos, y de recibir el título de hermanos, se propasaron a llevar el sobrepelliz fuera del ambito del hospital, abrogándose el dictado de canónigos. Otros hermanos lo resistieron y particularmente el rector, prior y el ordinario y capitulo de la iglesia de Pamplona.
El abad de Montearagon, juez ejecutor de ciertas constituciones, vino a este hospital a solicitud de los de aquella pretensión e intimó y mandó al prior y demás hermanos observasen las constituciones apostólicas como canónigos regulares. El prior y demás hermanos que sostenían el instituto primitivo expusieron ser esto contra la fundación y estatutos, pero el mencionado abad, lejos de convencerse por ello, se llenó de indignación y fulminó contra estos sentencia de descomunión y entredicho contra el hospital. Así cesaron el oficio eclesiástico y limosnas, y carecían de sepultura eclesiástica los viajeros que aquí morían. En su consecuencia suplicaron al rey dichos freires que, condolíendose de tales miserias, diese orden para el levantamiento de censuras y continuación con el mismo hábito y en el estado que hasta allí habían tenido. Esto no obstante la pretensión de los freires, que habían motivado tantos trastornos, hubo de prevalecer, como resulta del principio de este artículo.
Por lo que respecta al pueblo de Roncesvalles, fue concedido a la mencionada iglesia. En 1366 contaba con 79 vecinos, por lo años 1400 se incendiaron la iglesia y el pueblo, en 1472 murió en Roncesvalles Gastón conde de Fox, aspirante a la corona de Navarra por su esposa Doña Leonor. En 4 de Enero de 1559 llegó a Roncesvalles la reina Doña Isabel de la Paz, viniendo de Paris, acompañada del cardenal de Borbon y el duque de Vandoma, fue recibida por el cardenal Mendoza, arzobispo de Toledo, el duque del infantado y otras muchas personas principales, de allí se fueron a Guadalajara. En las últimas guerras con Francia ha figurado también Roncesvalles aunque no de un modo tan considerable como en la antigüedad. Debe sin embargo citarse el ataque dado en este punto el 23 de julio de 1813, el ejército francés en número de 35000 hombres al mando y dirección de Soult, acometió por este punto en la mañana de dicho día, mientras que Drovet, conde de Erlon, embestía con 13000 hombres por Maya. El general Bying, apoyado por Sir Lowry Cole, sostuvo vigorosamente la posición de Roncesvalles, por la tarde la vieron expuesta a ser envuelta y se replegaron ambos a Lizoain y cercanías de Zubiri.
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