domingo, 28 de septiembre de 2014

Las Lamiak

Las Lamiak son seres de la mitología vasca con cuerpo de bella mujer, habitualmente rubia de largos cabellos y piernas de animal. 

ERREKALAMIA
En Euskadi, las distinguimos tres clases, la Itsaslamia (lamia de mar) es una sirena clásica, esto es, con cola de pez. La Errekalamia, o lamia de rio, tiene pies de pato mientras que la Mendilamia o lamia de montaña posee piernas de cabra o gallina. 

En Iparralde, las lamiak o Lamiñakus son pequeños seres similares a los gnomos capaces de conceder deseos como veremos más adelante en la leyenda del cantero.


Acostumbran a peinarse la cabellera con un peine de oro y mirase constantemente en un espejo de mano.

Están emparentadas con la diosa Mari y han ayudado a los humanos en la construcción de Cromlech y puentes, también han hecho varias veces de comadronas. Suelen ser benévolas pero no toleran el robo y el engaño, se dice que cobran de lo “no declarado” así que si alguien deja de pagar impuestos las Lamias les cogerán dicho dinero, también ayudan a los pastores a cambio de la poca comida que ellos puedan dejarles.

Antes de morir, la Lamia ha de haberse encontrado con un humano, de este modo, han sido varios mortales los que han sido llamados en el lecho de muerte de estos seres fantásticos, también requieren de una comadrona al dar a luz. 

En el Señorío de Bertiz se cuenta que todas las Lamias fueron envenenadas porque enamoraban a los hombres, desconocemos la veracidad de tal leyenda pero lo cierto es que en el escudo de esta localidad figura una Lamia con un peine de oro y un espejo entre las manos.

La Mendilamia de Abaurrepea y el Gallo de Marzo

 Se cuenta que, en Abaurrea Baja, una Mendilamia fue contratada por el alcalde de la localidad para construir un puente, pero debía hacerlo de noche y finalizarlo antes de que el primer gallo de marzo cantara a la luz del sol. Antes de colocar la última piedra, engañaron al gallo para que cantara antes de tiempo y así la Lamia no sólo no cobró y se fue enfurecida, maldiciendo a los habitantes del pueblo. A día de hoy aún le falta una piedra a dicho puente.

La Errekalamia enamorada

MENDILAMIA
Había un joven pastor de Orozko, Bizkaia, llamado Antxon que andaba por el monte con su rebaño de ovejas cuando escuchó una melodía que lo cautivó, el joven se olvidó del rebaño y acudió al lugar de donde procedía aquel canto, encontrándose con una mujer de extraordinaria belleza sentada en una roca en el río, estaba cantando mientras se peinaba sus larguísimos cabellos rubios con un peine de oro. La joven, al percatarse de la presencia del muchacho se tiró al rio pero al rato sacó la cabeza del agua mientras Antxon la contemplaba, atónito, finalmente, abrió sus enormes ojos transparentes y le preguntó:

-¿Quién eres? – el joven pastor tardó en contestar pero finalmente se presentó diciéndole su nombre. Después de esto, la mujer soltó una carcajada y se volvió a zambullir en el rio, desapareciendo. El pastor aguardó pero al ver que no aparecía regresó al pueblo.

Durante varios días no salió de casa, no comía y su mente estaba fija en el encuentro con aquella misteriosa muchacha, al final se decidió a volver y de nuevo, escuchó aquel hermoso canto, la joven estaba en la misma roca, otra vez cantando y peinándose los cabellos con su peine.  Al ver a Antxon, esta vez no se asustó y le dijo:

-Buenos días, Antxon, te estaba esperando
-¿A mi? –preguntó el joven
-Si, a ti, acercáte.

Antxon fue hasta la orilla y allá se sentó, pasaron horas, ambos en silencio, mirándose a los ojos. Cuando ya anochecía la joven le preguntó:

-¿Te casarás conmigo?

A lo que el joven accedió embrujado por su amor. En señal de compromiso, la muchacha le regaló un anillo que colocó en el dedo anular de Antxon. Se despidieron y ya de vuelta en el pueblo, el pastor anunció a los cuatro vientos su compromiso, su madre extrañada, pues no le conocía novia alguna le preguntó con quien a lo que el joven contestó:

-Con la mujer mas hermosa del mundo, que vive en el monte, junto al rio.

Como no pudo darle más detalles sobre ella, ni el nombre, ni la familia, ni la casa, la madre dedujo que su hijo estaba hechizado por algún ser extraordinario, el hombre más viejo del pueblo sentenció: “Si es una Lamia tendrá pies de pato” así que mandaron al joven verle los pies a su amada en su próximo encuentro. Así lo hizo y descubrió sus pies palmípedos, el joven acabó con el corazón destrozado, volviendo a casa a contarle a su madre que se había enamorado de una Lamia, a lo que ella increpó:

-¡No! De ningún modo te casarás con una Lamia.

Antxon, invadido por una gran tristeza, se metió en la cama y enfermó, entre la fiebre escuchaba a su amada llamarle pero no tuvo fuerzas ni para levantarse y finalmente murió de pena.

En el día del entierro, la Lamia fue a casa de Antxon, se acercó al lecho cubriéndole con una sábana de oro y besó sus labios. Siguió el cortejo fúnebre hasta la puerta de la iglesia y regresó al monte llorando su amor perdido. Lloró tanto que en el lugar donde caían sus lágrimas brotó un manantial que nos recordará para siempre esta historia de amor imposible.    

Escudo de Bertiz
El Lamiñaku y el cantero

En Zuraide, cerca de Ezpeleta, en Zuberoa, vivía un cantero. Aunque su trabajo era muy apreciado él era pobre pero tenía grandes aspiraciones y quería dejar ese oficio tan duro y fatigoso. Un Lamiñaku escuchó las plegarias del hombre así que le preguntó que le pasaba, a lo que el cantero le dijo: “Ay, ojalá fuese yo rico”. El Lamiñaku le dijo “eso es lo que deseas, eso serás” y cubrió al cantero de riquezas y bienes de todo tipo. Al principio al cantero le pareció un sueño pero no tardó en acostumbrare a su nuevo nivel de vida, un día volvió a lamentarse “Sí, soy rico, pero no soy poderoso” El Lamiñaku escuchó y se le apareció de nuevo: 

-Ahora ¿Qué te pasa?, - a lo que el cantero le contestó: -Bueno, soy rico y eso esta bien, pero no soy poderoso ¡Ojalá fuese yo emperador!. El Lamiñaku lo hizo emperador. El cantero era feliz, era rico y todo el mundo obedecía sus órdenes pero ¡Ay! Llegó un día de verano muy caluroso y el cantero, ahora emperador, no encontraba ningún rincón fresco en su palacio. El cantero dijo “en verdad, el sol puede molestar a los emperadores, el sol es más poderoso, ¡Ojalá fuese yo sol!", apreciaremos aquí la verdadera paciencia y ánimo de complacer de nuestro pequeño Lamiñaku, porque al escuchar esto, transformó al cantero-emperador en el mismísimo sol.

El sol estuvo a gusto unos días, hasta que una nubecilla tapó sus poderosos rayos a lo que exclamó ¡Ojalá fuese yo nube, que es más poderosa que el sol! Nada más decirlo fue transformado en nube, lo que le divirtió de sobremanera, se entretenía lanzando rayos y agua por doquier pero… un buen día vio que una roca, impasible, aguantaba sus chaparrones así que deseó ser roca… y así lo fue.

Al poco tiempo de ser roca, notó unos fuertes martillazos que le rompían en mil pedazos y gritó: ¡El cantero es el más poderoso, puesto que puede romper la roca en pedazos! ¡Ay! Cómo desearía yo ser cantero.

El Lamiñaku lo transformó de nuevo en cantero para enseñarle una valiosa lección: “Tienes una cosa y quieres otra, al final, estás igual que al principio. De aquí en adelante seamos lo que somos, tú cantero y yo Lamia."  


ITSASLAMIA

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