La verdad es que pasé la mañana preparando un nuevo artículo que nada tiene que ver con este, ya que cuando lo acabé me dí cuenta de que hoy es la víspera de San Juan y en la Aezkoa, como no podía ser de otro modo, también tenemos un montón de ritos, costumbres o ceremonias que hacían nuestros antepasados. Algunas de ellas aún hay quien las hace este año.
La fiesta de San Juan coincide con el solsticio de estío o
verano, y es un vestigio de un antiguo culto solar. Cuando el sol en su marcha
asciende a su máxima latitud, en el trópico de Cáncer y cuando los días son más
largos y las noches más cortas.
En la tercera noche de esta estación los pueblos celebran el
triunfo de la naturaleza mediante ritos, ceremonias y símbolos que los vinculan
a la madre tierra (Amalur o Mari).
El Cristianismo, igual que hiciera con el Subilaro y la Navidad, se adaptó a estas celebraciones paganas estableciendo la fiesta de la
Natividad de San Juan el Bautista, predicador coetáneo de Jesus de Nazaret. San Agustín en uno de sus sermones menciona
sobre ello: “nosotros solemnizamos este día, no como las infieles a causa del
Sol, si no a causa del que ha hecho el Sol”. Así, la iglesia adopta de los
ritos basados en el antiguo culto solar todas cuantas ceremonias no chocan
directamente con las leyes cristianas y les dan un nuevo significado.
El fuego
El fuego de San Juan tiene la virtud de preservar al hombre
de enfermedades, especialmente cutáneas. Los persas y los griegos ya saltaban
sobre las llamas en los ritos purificadores que se daban, en estos días del
año, como celebración del cambio estival, mientras que los romanos tenían las
fiestas Palilias, en las que los pastores se lavaban en las aguas de fuentes
sagradas y de noche saltaban acompañados por sus ganados sobre hogueras de paja
en honor a la diosa Pales. Por su parte, en Marruecos, el día 24 de junio se
celebra el nacimiento del profeta Lahía Juan, hijo de Zacarías, saltando sobre llamas y
bañándose en el mar.
Nos cuenta María del Carmen Munárriz en su Estudio Etnográfico
de Orbaiceta que en esa localidad se realizaban, en la víspera de San Juan,
tres hogueras, una en cada uno de los barrios del pueblo (Legarrea, Mendikoa y
Erdiko), antiguamente esas hogueras se hacían a las afueras, pues peligraban
los tejados de tablilla. “..Se quemaban fajos de "hierbas buenas de San
Juan": saúco, mírula, avellano, con los que hacían ramos que se adornaban
también con rosas. Cada año, los fajos que se quemaban eran los bendecidos el
día de San Juan del año anterior y guardados durante todo el año en el desván.
En esta fecha, los mozos saltaban las hogueras y jugaban alrededor del fuego...”
Esta costumbre de saltar sobre hogueras sigue presente en
poblaciones cercanas, siendo las más representativas en esta zona las del
pueblo de Burguete (Auritz) y las de Valcarlos, dónde al saltar las hogueras
dicen invocando a San Juan: “Sarna fuera, los malos afuera. Los buenos adentro,
la borona y el pan a España, la tiña a Francia” y colocaban una piedra ancha
sobre los rescoldos de las llamas con la fantasía de que el mismo San Juan
bajaría de los montes esa noche a peinarse. En la madrugada siguiente los más
crédulos acudían a recoger los cabellos blancos que se le hubiesen caído al
Bautista.
A estas mismas hogueras, como hemos visto anteriormente, se
solían lanzar las hierbas bendecidas el año anterior que no se habían quemado durante las tormentas.
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Los vegetales
En la Aezkoa y en Valcarlos se bendecían yerbas que eran
arrojadas al fuego cuando tronaba. También se colocaban ramas de avellano bendecidas
en este día en las puertas de las casas, las bordas y los hórreos con el fin de
protegerlas del rayo.
Se enramaban (esto es, engalanar con ramas y flores a modo
de guirnaldas) las casas de las mozas con espino albar y chopo blanco.
Para curar la hernia infantil había otra curiosa tradición,
la de pasar a los niños a través de árboles rajados. Este procedimiento universal
es utilizado en Alemania con Cerezos y Robles, en Aragón con Encinos, en la
Ribera con Alberchigales y en el Pirineo Navarro con Robles. El niño enfermo debía
ser llevado al árbol por alguien llamado Juan y en la Aezkoa, tras la
ceremonia, dejaban en la abertura del roble la camisa del niño.
Los eguzkilores recogidos la víspera de San Juan amplían su efectividad contra las brujas o sorgiñak al estar bendecidos por el santo.
El agua
En la montaña Navarra abundan fuentes a las que se les
atribuyen propiedades curativas, (en el valle de Aezkoa: Arrikaldea en Garaioa,
Iturrialdea en Aribe..) todas estas propiedades se ven multiplicadas durante la
noche de San Juan o la mañana siguiente y se organizaban romerías en las que
los aquejados de problemas de salud buscaban sanarse.
En Salazar se iban al río
dónde se lavaban cara, manos y pies.
En Orbaizeta, antes de la salida del sol se arenaban las
radas (herradas) y se marchaba a la fuente a coger agua en ellas, para beber y
lavarse ese día. También iban a lavarse al río, pues el agua de San Juan tenía
propiedades contra la sarna.
Pero no sólo las fuentes y los ríos tenían propiedades
mágicas el día de San Juan, también lo tenía el rocío de la madrugada, así que
los de Aezkoa y Salazar solían andar descalzos o desnudos entre la hierba
húmeda del amanecer para curar o preservarse de enfermedades.
José María Iribarren, en el documento que os pongo como
bibliografía, explica que “Los ritos de San Juan son de aire libre y tienen un
espíritu de colectividad. Las gentes salen al campo a saturarse de sol y de
agua, de rocío y de aire recogiendo cuanto de sano y purificador existe en los
elementos de la Naturaleza”
Otras bendiciones
Junto a la colección de ritos (encendido de hogueras, recolección
de plantas, baños curativos, paseos entre el rocío…) se dice que “a quien
duerme la siesta el día de San Juan no le faltará el sueño durante todo el año”
así que apuntadlo bien quienes sufráis de insomnio.
También cuentan que cogiendo una malva al rayar el sol de San Juan,
la malva florecerá en la noche de Navidad.
Al menos en Orbaizeta, tal y como cuenta María del Carmen en
su estudio, se sembraban alubias que se habían guardado para ese día, se
recogían las hierbas de la huerta que, después de bendecidas, se guardarían en
el desván hasta quemarlas el año siguiente y se bendecía el ganado bajándolo del
puerto para darles sal ese día.
Ritos paganos ya olvidados se han mantenido hasta hace
relativamente poco, un párroco de Valcarlos contaba que paseando un día por el
monte vio en la puerta de un caserío una curiosa ceremonia: el dueño de la casa
se hallaba arrodillado ante una torta de maíz levantando varias veces los
brazos hacia oriente. Cuando el párroco le preguntó por qué hacía aquello, el
casero le respondió que así se lo había visto hacer a sus abuelos. Era, sin
saberlo, una ofrenda al sol de los pueblos antiguos.
Bibliografía
El folklore del dia de San Juan, de José María IRIBARREN
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