lunes, 20 de marzo de 2017

Apuntes de Museología (II) El patrimonio como documento. Conservación y restauración.

Si seguís este blog desde hace algún tiempo os habréis dado cuenta ya que en el Valle de Aezkoa tenemos un número ingente de patrimonio; desde yacimientos prehistóricos (como el de Zatoya (Abaurrea Alta) o Aizpea (Arive), hórreos, cromlech, dólmenes, ermitas, molinos, torreones, fábricas, cruceros, puentes..). 

El patrimonio es lo que queda del pasado, un fragmento visible del pasado que se inserta en nuestro presente, se trata de un tesoro de valor incalculable que da coherencia a la idiosincracia de los pueblos y es un referente para la interpretación histórica.



Todo objeto e inmueble es susceptible de deteriorarse a lo largo del tiempo por afecciones climáticas, culturales, biológicas, catástrofes, guerras… Por ello, desde la Antigüedad, el ser humano ha tratado de Conservar (o alterar a su gusto) bienes que para ellos podían ser una base que les otorgara identidad (individual o colectiva).

El concepto de Conservación y Restauración ha ido cambiando a lo largo de la historia, oscilando muchas veces entre ideas antagónicas sobre cómo actuar sobre el bien en cuestión y también nuestra idea o sensibilidad respecto a los bienes a considerar patrimonio han evolucionado ampliándose a lo largo del tiempo. 

Estas mutaciones sobre los conceptos de “Conservación” “Restauración” y “Patrimonio tangible” han sido simultáneos a los cambios sociales, políticos y ambientales de las diferentes sociedades a lo largo de su historia.  




Parece ser que las Cartas de Restauro son el gran cambio que surge desde Europa en nuestra manera de entender la Restauración y Conservación. Si bien en estas cartas se reitera cierta metodología empleada por culturas pasadas que marcaron un antes y un después en este campo (el inventariado de los bienes en la Grecia clásica, el registro de materiales empleados en Roma, el establecimiento de la profesión de restaurador –y su valorización social-..) también unifican y definen, poniendo por escrito unas directrices concretas, el método a seguir para Restaurar y/o Conservar en óptimas condiciones un bien patrimonial.

Nuestro mundo cambiante hace necesario una revisión, modificación o ampliación de estas Cartas y tratados periódicamente y así se ha hecho desde la primera carta, de 1.883. En esta carta se concibe el bien patrimonial como un documento, y las actuaciones van a ser coherentes a esta visión, zanjando así el debate abierto por Viollet de Duc (restauración llena de inventiva y recreación estética sin bases históricas para devolverle su base pristina) y John Ruskin (no restaurar y procurar dejar morir al objeto-inmueble lo más dignamente posible) tomando lo mejor de cada uno de ellos.

El bien patrimonial no es sólo un objeto o un inmueble, es un documento sobre el momento en el que se creó y también un documento sobre cómo ha sido conservado y sobre las diferentes intervenciones sobre el mismo a lo largo de la historia. Si lo tratamos como un documento, cualquier actuación o intervención sobre él que hagamos ahora ha de ser claramente identificable como “posterior” y “propio de nuestra época”

Foto del patio norte de el MAN tomada de Los Viajeros
Para entender esto del “objeto y las alteraciones que ha sufrido como un documento” no hace falta más que oír a cualquier restaurador que haya intervenido dicha obra, se obtiene muchísima información durante el proceso: “esto data del S.XIV pero esta parte de lino no se teñía así hasta finales del S.XVI” “estos pólenes de aquí no son propios de la región en la que se trabajó” “Aquí en este cuadrado taparon parte de la obra, dónde pone el nombre de su autor”

El objeto es inerte, pero el documento es algo vivo. El acto de conservarlo y-o restaurarlo es un testimonio que lo acompañará por siempre.

Hoy más que nunca, las labores de Conservación y Restauración son multidisciplinares; se necesitan conocimientos artísticos, históricos, técnicos, químicos, tecnológicos, de registro…  Los avances en técnicas, materiales y tecnológicos  han ayudado a la Conservación (regulando temperatura y humedad, por ejemplo) y hacen de la Restauración algo menos invasivo para la obra. Las tendencias actuales van desde nuevos métodos de diagnóstico hasta tendencias en química verde (el uso del agua como disolvente) o nanotecnología.

¡Fascinada con la tecnología! oye, que le sacas una foto a un monumento y además de marcarte un andy warhol te dice la temperatura - humedad - salinidad que tiene cada zona. 

En la actualidad, el estudio previo de la obra a conservar o tratar (sus características y circunstancias) ha ganado importancia en el proceso, se aboga por una estrategía de conservación preventiva y , en caso de requerir intervención, que esta sea mínima.

Es esencial el correcto registro y documentación de la memoria de intervención: si todo objeto e inmueble es susceptible de deteriorarse a lo largo del tiempo por afecciones climáticas, culturales, biológicas, catástrofes, guerras… hay que ponérselo “lo más fácil posible” a los restauradores del futuro  (usando piezas originales reintegradas con técnicas diferenciadas, distinguiendo lo añadido de la manera más estética posible, haciendo intervenciones removibles y documentando bien todo el proceso).

El patrimonio se ha democratizado; los museos, parques y monumentos a visitar son cada vez más accesibles, también se han glocalizado (el concepto de la cultura se ha vuelto homogénea buscando o premiando la diferenciación cultural). Fruto de estas tendencias el patrimonio se ha incluído en el debate social y político. Los ciudadanos se sienten legitimados para opinar sobre él y a intervenir en su conservación.   

Hoy en día, pese a la profesionalización de la profesión parece que falta motivación, recursos o capacitación por parte de los municipios y comunidades para conservar y restaurar su patrimonio. Quizás porque siguen siendo conceptos, pese a todo, difuminados o utilizados demasiadas veces en sofismas; ocurre en demasiadas ocasiones que quienes salen en una foto del periódico sonrientes hablando sobre “nuestra riqueza patrimonial” son los mismos que dejan morir su patrimonio con una desfachatez tremenda.

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En el pueblecito de Broto (Aragón) tenían parte de su crucero y por mucho que pidieron ayuda al Gobierno de Aragón para que se encargase de la restauración no obtuvieron respuesta, así que lo hicieron ellos mismos. Acertaron en muchos de los criterios de intervención: "hicieron la intervención mínima" "colocaron piezas diferenciadas" y por lo que parece en la foto "es removible" (se podrá quitar fácilmente sin dañar demasiado la pieza) .. entonces... ¿Porqué nos da tanto al ojo este crucero? pues sencillamente porque el propósito primero de este tipo de restauraciones en las que sólo hay fragmentos sueltos es hacer reconocible la pieza o el monumento. Tuvo que saltar el escándalo de este crucero restaurado a prensa para que se tomaran medidas por parte del Gobierno Aragonés... 
Así ejemplos miles

No soy de las que me paro ni resigno, pienso que el mundo cambia con tu actos, no con tu opinión.

Ahora que estoy con un par de cursos de la UNED creo que no me falló el instinto cuando en mi juventud comencé a "limpiar" la ermita de San Miguel. (al mismo estilo que los habitantes de Broto, cansada.)




Retiré la maleza colocando las piedras caídas junto al lugar del que habían caído: "contrafuertes 1, 2 y 3" y fachada para tenerlas localizadas y así facilitar una hipotética anastilosis, no sin antes pedir permiso y avisar a las autoridades competentes (en este caso el cura del pueblo por aquel entonces y el ayuntamiento)

Aquellas fueron unas tardes de verano que recuerdo con cariño. Me lo pasé realmente bien y se vio el resultado. 



No pocas personas me decían cosas como "para qué lo haces, si total eso es de la Iglesia" "eso no se puede reconstruir" 6 o 7 años después me da pena no haber continuado.. podría haberme pasado un buen tiempo buscando marcas de cantero, mirar con detenimiento los diferentes materiales de construcción... etc

Hace un tiempito apareció un "murete" en el que se habían colocado las piedras que tenía agrupadas... un grupo de gente, con la mejor de las voluntades, quisieron "rodear" el contrafuerte del único arco que queda en pie. Lamentablemente al cambiarlas de sitio se perdió gran cantidad de información útil de cara a una reconstrucción "barata", ellos también actuaron a lo Broto.




La verdad es que estoy contenta, porque veo que con los nuevos sistemas de diagnóstico y mejoras basadas en el modelo de construcción usadas en el SXIII-XV podríamos devolverle parte de su esplendor, asegurando lo que queda en pie y en el peor de los casos dejar que "la ruina muera lo más dignamente posible" mediante la elaboración de un plan de conservación. 

Y esto no ha hecho más que empezar... viendo la de patrimonio que tenemos. 

Hasta aquí la pequeña reflexión de la sección "apuntes de Museología" que nace con ánimo de que les pueda servir de ejemplo a otras iniciativas locales. ¡Ahm! si os gusta este tema no dudéis en echar un ojo a esta lista de cuentas.
Creo que vamos por buen camino..

¡Hasta la próxima! 

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