¡Hola! En el número de este mes de Junio de la revista Conocer Navarra hay un precioso artículo escrito por Julio Asunción sobre las Abaurreas (Alta y Baja). Yo conocí al fotógrafo, Iñaki Tejerina, que a finales de esta primavera se pasó por el Museo, así que le hice la visita guiada y le entregué -cómo a todos los visitantes- la tarjeta con la dirección de este blog.
La sorpresa llegó cuando me llamaron desde la revista ofreciéndome escribir un pequeño artículo sobre el "desarrollo turístico de Abaurrea" para la pequeña sección editorial de la última página.
Os dejo aquí lo que escribí y podéis leer al final de la revista, cómo es algo que "se ha escrito sobre Abaurrea Alta en los medios" va en la sección de "Experiencias".
La farsa de pueblo - Montando y desmontando las Abaurreas
Los pueblos de Abaurrea Alta y Baja no existimos realmente. Cada
mañana dan un bando y organizamos los grupos de trabajo para colocar ambos
pueblos en sus respectivos lugares mediante artelán, sólo para que los veas de
pasada cuando pasas ruidosamente de camino a Roncesvalles, Orbaiceta u
Ochagavía ¡Cómo me gusta la recta de Abaurregaina y qué bonita se ve Abaurrepea desde
el puerto de las Abaurreas!
El puerto es lo
primero que montamos antes de empezar con los pueblos: Lo hacemos desde bien
temprano, antes de que amanezca, porque queremos asegurarnos de verte bien jadeante con la bici… luego nos vamos corriendo a barrer las nieblas y empezamos a colocar
cada piedra, planta y animal en su sitio.
La conversaciones matinales versan sobre dónde colocar tal o
cual elemento que te asombre lo
suficiente para retenerte un minuto: “aquí
falta algún boj más” dice una, “trinos,
necesitamos trinos… ¿este mes se llevan más los jilgueros o las golondrinas?” pregunta
otro, “¡Si ponéis más pájaros traed vacas pirenaicas a ese campo fotogénico de ahí o parecerá que sólo tenemos pájaros en
esta farsa de pueblo!” contesta un cuarto, se zanjará el trato “a la gente le relaja oír el sonido de los
cencerros”
Esta rutina que compartimos centrada en el engaño genera alardeos
entre los jefes de decoración; en Abaurrea Alta/Abaurregaina presumen del esfuerzo
que supone colocar ahí el Pirineo cada mañana y los de Abaurrea Baja/Abaurrepea
se empeñan en decir que es más delicada
labor poner La Peña de los Huevos de camino a Garaioa quitándole valor al
esfuerzo de los de arriba “Si no barren bien
las nieblas del Pirineo no les pedimos cuentas” dicen “mientras pongan bonito el monte
Ori lo dejamos correr”.
Cuando les pregunté a unos y otros por qué lo hacían me
contestaron eso de: “porque así se ha
hecho siempre”. Investigo sobre los orígenes de la farsa en Abaurrea Alta y
me remonto hasta 1237, cuando Teobaldo I, muy creativo él, les propuso empezar
un teatrillo con una identidad propia, les prometió ser un Camelot bajo el
nombre de Castielnuevo -un paraíso que sólo figuraría en los libros y cantares escritos
por él mismo- y les convenció de iniciar una rutina poniendo ahí los pirineos,
cuatro casas y una ermita cada mañana.
Cómo no cumplió lo prometido y no mencionó Castielnuevo en
sus composiciones, los de Abaurrea Alta se cambiaron de nombre con la esperanza
de salir así de aquella red de mentiras, pagaron grandes sumas de dinero a Daniel Defoe para que no se les mencionase en su Robinson Crusoe, a Hemingway para que llegase en su novela Fiesta sólo hasta Aribe, otro tanto para que Eugeniusz Frankowski escribiese sobre los hórreos y las hilarris en otra parte y más para
que el general Zumalakárregi, mediante cartas, hiciese de este lugar algo poco
apacible en invierno –gracias a ello no figuramos hoy entre las rutas Carlistas,
centradas en el turismo de sol y playa del campo de batalla- No siempre fue
fácil, Menchu Gal no cesó en su empeño y aun escondiéndole la paleta de colores acabó pintando nuestro paisaje pero conseguimos que no lo titulase “Abaurrea Alta” y se quedó con el suigéneris “Paisajes de Navarra”.
La estrategia de las Abaurreas está bien pensada, hemos
visto lugares que empezaron fingiendo no ser y ahora reciben masas de turistas.
Nuestro propósito fue siempre acoger solamente a un turista responsable,
incapaz de matar a selfies a la vaca pirenaica que costó diez golondrinas y tres jilgueros poner ahí esta mañana,
deleitar a ese turista un millón que pasa curioso y se detiene a callejear.
A mí me engañaron, había que dar veracidad y cohesión
histórica al pueblo, me propusieron colocar cada mañana el cementerio medieval
al norte de la iglesia de San Pedro, la misma que empiezan a levantar las
feligresas después de barrer las nieblas. Se lo debía al equipo de trabajo
porque tengo un blog que atrae visitantes desde hace tres años. Me lo
plantearon de forma realista “no pasa
nada si no lo haces todos los días porque no se ve desde la carretera”
dijeron. Lo cierto es que lo monto con mimo desde hace un tiempo y forma parte
de mi rutina. Desembalo cuidadosamente las 40 estelas -Príncipe de Viana nos
obliga tenerlas envueltas en papel de burbuja- y disfruto como una niña
explotando sus bolitas al hacerlo.
Fingimos ser pueblos pintorescos y sin explotación turística
para que puedas pasar de largo, esto tiene un gran trabajo multidisciplinar
detrás y cada vez hay menos mano de obra para hacerlo posible.
¡Vaya! ¡Silencio! Un mozo se ha parado y se acerca
callejeando en esta dirección. Dice ser un reportero de la revista Conocer Navarra y me pregunta si puede entrar al Museo
para hacer fotos: “claro que si” le
digo. Recuerdo que he dejado inutilizados tres metros de papel de burbuja de
par de mañana por no tener tabaco, entonces añado con picaresca… “pero ¿esto cómo va? Se supone que por la
publicidad no te tengo que cobrar la entrada? El reportero se fija entonces
en la tarifa de los 3 Euros. “Claro que
no” sonríe cómplice “ese precio lo
pago encantado”.
¡Seguiremos con la farsa! ¡Misión conseguida!
Nayara Tanit - Blogger y Gestora del Museo de Estelas / Hilarriak
Buenaaa!!
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