Vuelvo a Abaurrea Alta después de mis vacaciones. Han sido 3
meses de asfalto, dolor de pies, gente, ruido, luces de colores las 24 horas
del día, fiestas para juntarnos en familia, momentos para ver a amigos, para
conocer sitios a los que, en los 8 meses que quedan por delante no podré
volver.
Sé que es mi culpa. Vivo a una hora y media de La Iglesia
Santa María de Pamplona, del Archivo General de Navarra y de varios amigos (de
toda la vida, hechos recientemente, del gremio..) y a dos horas y media de la
Biblioteca de San Telmo, de Gordailua, del Jantzinaren Zentroa, de Aranzadi y
de otros tantos amigos..
Ahí andaba yo a vueltas pensando si sacarme el carnet de
conducir a estas edades… las vacaciones son el momento para hacerlo, porque no
hay autoescuelas en Abaurrea Alta (ni en Aribe, Ochagavía, o cualquier otro
lugar al que pueda ir a pie..)
También quería haberme apuntado al euskaltegi.. pero el día
que pasé por delante y tenía unas semanas tranquilas por delante (o eso
pensaba) lo encontré itxita en el horario de apertura y sin ningún cartel
explicando el motivo (oporrak o lo que fuese).
Así que sigo sin carnet de conducir y con mi euskera macarrónico.
Pasarán ya a los propósitos del 2019.
Pero he ido haciendo cosas y las vacaciones se me han
pasado volando. Han dado sus frutos y me han enriquecido a todos los niveles (descubrí una tienda-franquicia de libros usados
que tenía gran parte de la biblioteca de Aranzadi y compré joyas a razón de
2,50 euros por libro, conocí a gente de San Telmo y Gordailua con quienes me
reuní para charlar un poco, me inspiré en el Museo de San Isidro de Madrid,
hice la recolección de #Cronosalseos que he de curar a lo largo de este año,
apadriné un arbusto en el Jardín del
Universo del parque Tamagochi de Pamplona, aprendí un montón de cosas
nuevas y me olvidé de otras que ya tenía aprendidas, incluso canté una línea en el Bingo.)
Bueno, pese a que el cartelito que puse en la puerta del Museo de Estelas – Hilarriak pusiese VOLVEMOS EL 15 DE MARZO esto siempre suele
ser relativo, porque es difícil preveer los acontecimientos con 3 meses de
antelación, porque el Museo está al aire libre en pleno Karadhras, la garita de
atención al público no está aislada térmicamente (es de hormigón) y es bien
sabido por todos –creo- que el lugar más gélido de cualquier núcleo urbano se
encuentra al norte de la iglesia cristiana medieval.
Esto es porque al levantar un edificio alto con planta en
forma de cruz, siendo su cabecera apuntada hacia el este y sus pies al oeste, este edificio otorgará sombra suficiente durante todo el día para abrir un portal
tridimensional a Arendel en sus peores tiempos.
No te voy a mentir, en el laberinto hay tramos de sol muy
agradables, pero en la garita, que está pegada a la iglesia en el oeste hace un
frío que pela.
Bueno, pues eso, que lo del 15 de Marzo era orientativo y
finalmente anuncié la apertura para el día 17. El día 16 fue de viaje, traslado
y deshacer maletas y el día 17 “con suerte” abriría el Museo-Laberinto-Cementerio.
Mil cosas podrían haber pasado: árboles caídos y rotos,
movimientos en la iglesia que hubiesen afectado al cementerio (¡no te olvides
de que a nuestra iglesia le falta un contrafuerte!), cerraduras agarrotadas por
la nieve, estelas rotas (pese a que en su día llegué a entender cuando Violeta
Romero, conservadora-restauradora dijo que “las veía estables”), cadáveres que recomponer, estelas sepultadas por la nieve…
Pero me encontré todo en orden: había nevado pero no mucho,
la aldaba se portó como debía, algún árbol roto pero sin peligro de caerse
sobre las estelas o los visitantes, las estelas en su sitio, enteras y
estables.
Lo único malo el wifimierder que parece haber en todo el
pueblo, que me hace perder tiempo (¡¿toda el día para leer y contestar un
correo?! ¡Shit! ¡Menos mal que adelanté trabajo en mis vacaciones porque ahora
se me haría imposible tener el guirigaí de mails que he tenido a principios de
mes! La pregunta es: ¿cómo %·&·/$(“/
podré seguir el ritmo que me había marcado? Confío en que sí.. pero no lo sé.
No sé si podré siquiera colgar la estela del viernes o esta entrada del sábado
que preparo hoy.)
Conseguí empezar la temporada y el mismo día, después de
darle un repaso de rigor al laberinto, atendí a mis primeros visitantes.
Buena gente, hicieron bromas que después se cumplieron (¡no
me acordaba de todo!) y me perdonaron. Hicieron preguntas y observaciones
superinteresantes y creo que lo disfrutaron. Fue genial porque les animé a
subir a las pasarelas pero les recomendé no bajar por la rampa, avanzaron como
campeones, subieron a la pasarela y les oí exclamar ¡QUÉ BONITO! ¡HEMOS VENIDO
EN EL MEJOR DÍA! Y no sé si tenían razón, pero sé que el cementerio estaba
precioso. Como siempre. Está precioso durante todo el año, es bonito ver los
cambios de la naturaleza según las estaciones. Ahora toca nieve.
El cementerio estaba precioso y yo atendía a mis primeros visitantes, iniciaba la temporada 2018… y mi cámara de fotos aún sin sacar de la maleta. QUÉ RABIA.
Les di mi tarjeta, les pedí porfa que me mandasen las
fotos.. (lo suelo pedir pero casi siempre falla, es normal)
Pero… ¡ya sabía yo que esos visitantes eran fabulosos! Tan fabulosos que me mandaron las fotos y me dieron permiso para compartirlas con vosotros.
Mimi y Toño no vieron “la Tienda del Museo” porque estaba sin desplegar. Tampoco se llevaron de recuerdo su SelfiLarri porque me había dejado la cámara de fotos y me daba miedo subir a la rampa resbaladiza con tecnología rompible de otros.
No vieron las “Novedades del Museo” y me regalaron un bonito
recuerdo.. así que como gratitud les he regalado yo una de las novedades:
Está a la venta en @Hilarriak – Museo de Estelas de Abaurrea
Alta
Pero bueno, esta entrada lleva el título de “Tecnología
Rural” y es para contaros algo que me sucedió al volver a casa. Mi cabeza
“urbanita” aterrizó de golpe al ver las telarañas del techo y rincones varios..
zafarrancho de limpieza general: barrer cacas de ratón, poner coladas, fregar
cacharros, limpiar cristales.. Ya sabes que soy un poco caótica, había empezado
a hacer mil cosas, a avanzar por diferentes frentes.. el KH7 en un rincón, el
estropajo en otro, la bayeta sobre la repisa de la ventana, la escoba al fondo
del pasillo, el cubo en las escaleras.. el recogedor en el baño.. Avanzaba a
buen ritmo cuando algo me paró en seco. Las dichosas telarañas de los rincones
y el techo. ¿Qué tenía yo para limpiarlas? ¿Qué usas tú? ¿Una escoba? ¿un
plumero? ¿una mopa con mango de esas que venden? Un… ¿qué usas tú?
Yo no tenía nada de eso.. y estaba viendo como montar una
cabeza de fregona a un palo cuando casi me meto en el ojo una ramita de esas secas que
tengo la manía de poner en jarroncitos por la casa.. y me dije
TATE.
TATE.
No puedo contarte por aquí el maravilloso invento de tecnología punta que es coger una ramita seca de cardo o similar y lo bien que se retiran todas las telarañas haciendo una madeja.. ¡qué fácil y cómodo! Además, comprobé lo sanas y fuertes que están las diferentes arañas del pirineo navarro. ¡decámetros de hilo sin romperse!
Esa fue la primera tecnología rural que se me ocurrió.
La segunda también estuvo guay.
Estaba en el Museo y la pareja encantadora del sábado me habían dicho que “con la patina no apreciaban bien las labras”. Suele ocurrir, hay que aprender a mirar y tocar también. Existen dudas sobre si las estelas discoideas eran policromadas de manera general, o no, hay restos de pigmentos sobre algunas estelas pero no se han encontrado en las de nuestro valle y tampoco hay un número significativo de estas muestras para afirmar algo tan rotundo.
Además.. ¿Cuándo se empezaron a poner los pigmentos? ¿En qué
épocas? …
Miré el cementerio y me puse en la piel de un guarda de cementerio del S.XVII, o en la piel de una familia que va a limpiar la tumba de la casa, está claro que la forma discoidal favorece la visibilidad de la estela pese a la nieve, el cambio de nivel... pero la familia ha de distinguir su estela a la primera, enclavada en el cementerio, entre otras tantas estelas, y para ello la visibilidad de la labra es fundamental.
No me imagino al guarda de cementerio ni a la familia del S.XVII con una Karcher, con una pistola con arena y agua a presión, tampoco me imagino al párroco del pueblo con una brocha y el tintanlux policromando las estelas..y digo yo que la patina natural no habrá cambiado mucho.. que le pregunten a Zumalakarregi si aquí ha nevado siempre.. pero volviendo a la patina.. es interesante saber el tratamiento que se les dio en su día para hacer un seguimiento de cómo han evolucionado.. Llámame loca, pero en el S.XVII tampoco me imagino a un biólogo estudiando los diferentes microorganismos que conforman la patina natural, estidiando como afectan a la piedra y se afectan entre sí.
Nayara, ¿estás tonta? ¡Abaurrea Alta! ¡El Karadras! Meses de
nieve, vamos a embadurnar la estela. Que cada familia tiene que ver bien cual
es la suya, que hoy hay entierro.
Plis plis, medio minuto.
Y el resultado fue realmente brillante. Me transportó
directamente a un cementerio Aezkoano en el S.XVII. ¡Qué maravilla!
Es curioso.. Ahora veo que ha sido un gran acierto poner
piedrita en el suelo. La nieve aguanta en el suelo casi tanto como antes y el
mismo fenómeno que hace que se abra la puerta a Arendel hace que el truco de embadurnar las estelas perdure días.
Bueno, pues esas son los dos tips (trucos, consejos) de
tecnología rural punta que quería compartir contigo.
Que pases un buen finde.
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