Documento extraído de los Trabajos de Arqueología Navarra N11, años 1993-1994.
Por Ana Carmen Sánchez Delgado
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El emplazamiento y los datos históricos
La Real Fábrica de Armas de Orbaiceta se encuentra en el valle de Aézcoa, término municipal de Orbaiceta, en pleno Pirineo Navarro, a cuatro kilómetros del mojón 212, en la línea fronteriza entre Francia y España.
Es una zona de antigua tradición ferrera, documentada con seguridad desde el siglo XV*, ya que se encuentran excelentes materias primas (hierro, agua y madera), sin duda pilares básicos de todo abastecimiento metalúrgico.
La construcción de este conjunto industrial se desarrolla en dos fases: 1785-1789 y 1789-1794, además de varias reedificaciones en el siglo XIX; la historia de este centro se ciñe a un siglo lleno de visicitudes, como son los continuos asaltos y destrucciones en las guerras contra Francia y en las guerras Carlistas, así como los incendios por el uso excesivo de madera como material de construcción.
*En el año 1496 se menciona la venta de una parte de los montes a José Aldaz para abastecer el combustible las ferrerías, y algunos años después, ya en el siglo XVI, el emperador Carlos V adquirió tales derechos. Otros datos pueden consultarse en "Las reales fábricas de municiones de Eugui y Orbaiceta", 1987 de A. Rabanal Yus.
Las actuaciones se inician en 1986 como una colaboración entre los Servicios de Patrimonio arqueológico y el de Juventud del Gobierno de Navarra, mediante un Campo de Trabajo para jóvenes dirigido por Ana Cármen Sánchez. Los trabajos tenían como finalidad la recuperación de un complejo, casi único exponente de la revolución industrial en la Navarra de finales del siglo XVIII, enclavado dentro de una de las rutas turísticas de la comunidad foral (Torre de Urkulu, Complejo megalítico de Azpegi, Selva de Irati)
Las primeras campañas tuvieron lugar en los veranos de 1986 y 1990 orientándose a la limpieza de vegetación y análisis de las estructuras visibles, para completar el proyecto previo de excavación y propuestas de consolidación, sabiendo que la excavación de los niveles de derrumbe sería costosa.
Análisis del edificio y primeras campañas
Se trata de un conjunto monumental cuya planta se articula en tres niveles, que se adaptan a la accidentada orografía del terreno, consiguiendo comunicación y coordinación entre las distintas dependencias. El nivel más elevado estaba compuesto por toda una serie de edificios de residencia y servicios entre los que destaca la iglesia de planta rectangular, con única nave, dos pequeñas torres, portada toscana y rematada en frontón triangular. El segundo nivel contenía depósitos de menas y viviendas de operarios. Estos dos niveles son ocupados en la actualidad por las familias que habitan el barrio de la Fábrica, perteneciente al municipio de Orbaiceta. La iglesia, de propiedad particular, se utiliza como garaje de maquinaria agrícola.
En el nivel más bajo se encuentra el área definida como específicamente industrial, y se extiende a ambos lados del río Legarza, fuente de energía indispensable. En este nivel se iniciaron las labores de limpieza y preparación de los espacios a excavar.
Las primeras actuaciones de campo se centraron en los patios que separaban las dependencias de cerrajería, carpintería, canal de hornos y edificio de hornos, eliminando los niveles de vegetación y derrumbe. La excavación proporcionó en esta amplia área, la definición de pavimentos realizados con escoria compactada, enmarcados por encintados de grandes piedras, así como aceras ejecutadas con cantos rodados dispuestos regularmente y con una fuerte inclinación para una mejor evacuación del agua.
En las calles que circundaban el edificio de hornos, se localizaron varias de las bocas de las canalizaciones subterráneas, realizadas en piedra sillería, y que servían para nivelar, conduciendo las aguas desde la presa y regata de Iturroil a la maquinaria del establecimiento. También se sacaron a la luz restos de las escaleras que comunicaban la zona industrial con la de servicio, y que posteriormente fueron tapiadas, así como grandes sillares de las zapatas de apoyo de uno de los malacates o gran fuelle.
La actuación de 1991
La excavación se centró en cuatro zonas: taller de moldería, dependencia de reconocimiento de municiones, sala de municiones y pasillo de acceso desde la puerta de Aezkoa. Los restos de cultura material fueron escasos, como es frecuente en un yacimiento abandonado y expoliado.
En la Moldería se fabricaban moldes de arcilla, que sabemos que eran múltiples. Los pavimentos descubiertos eran de piedras y ladrillos refractarios, y la técnica constructiva de los muros una mezcla de sillares, mampostería y ladrillos. Se observa en muchos casos las remodelaciones y restauraciones rápidas y de no muy buena factura que se ejecutaron.
Los restos materiales recuperados se componen de bombas de hierro de pequeño calibre sin acabar, fragmentos de cerámica con barniz plumbífero y monedas de Luis XVI de Francia, Fernando VII e Isabel II de España, así como elementos de hierro de maquinaria, puertas y ventanas. La presencia de acumulaciones de arcilla es patente en un ángulo de este taller.
En el Taller de reconocimiento de municiones uno de los hallazgos más interesantes fue una fragua de los primeros momentos del complejo industrial, aunque presentaba un importante deterioro. La distribución interna de esta dependencia estaba realizada mediante pequeños muros de ladrillo, los pavimentos son de cantos rodados y encintados de piedra formando dibujos geométricos sencillos. Esta sala tenía acceso a una de las carboneras situadas al otro lado del río.
Los vestigios de cultura material indican que las techumbres eran de teja plana, pizarra, ladrillo y hierro. Se recuperaron varios calibres, municiones de diversos tamaños, monedas del S XIX y cerámicas barnizadas.
La Sala de municiones tenía como función distribuir las municiones a la Plaza Fuerte de Pamplona. Los límites de esta dependencia son claros, así como la zona de acceso, aunque sólo se conserva la cimentación.
El pasillo de acceso de la puerta de Aézcoa es un área que corresponde a la entrada situada al Este. Se localizaron canalizaciones, pavimentos de las mismas características que los anteriores (cantos rodados, escoria compactada, encintados de piedra) y el quicio de la puerta con sus gorroneras de hierro.
La actuación emprendida y paralizada en 1991 hubiese permitido reconocer las posibilidades de un proyecto integral de adecuación del yacimiento como ruina arqueológica visitable y evitar su progresivo y acelerado deterioro, además de confirmar y ofrecer una nueva información.
La actuación de 1991
La excavación se centró en cuatro zonas: taller de moldería, dependencia de reconocimiento de municiones, sala de municiones y pasillo de acceso desde la puerta de Aezkoa. Los restos de cultura material fueron escasos, como es frecuente en un yacimiento abandonado y expoliado.
En la Moldería se fabricaban moldes de arcilla, que sabemos que eran múltiples. Los pavimentos descubiertos eran de piedras y ladrillos refractarios, y la técnica constructiva de los muros una mezcla de sillares, mampostería y ladrillos. Se observa en muchos casos las remodelaciones y restauraciones rápidas y de no muy buena factura que se ejecutaron.
Los restos materiales recuperados se componen de bombas de hierro de pequeño calibre sin acabar, fragmentos de cerámica con barniz plumbífero y monedas de Luis XVI de Francia, Fernando VII e Isabel II de España, así como elementos de hierro de maquinaria, puertas y ventanas. La presencia de acumulaciones de arcilla es patente en un ángulo de este taller.
En el Taller de reconocimiento de municiones uno de los hallazgos más interesantes fue una fragua de los primeros momentos del complejo industrial, aunque presentaba un importante deterioro. La distribución interna de esta dependencia estaba realizada mediante pequeños muros de ladrillo, los pavimentos son de cantos rodados y encintados de piedra formando dibujos geométricos sencillos. Esta sala tenía acceso a una de las carboneras situadas al otro lado del río.
Los vestigios de cultura material indican que las techumbres eran de teja plana, pizarra, ladrillo y hierro. Se recuperaron varios calibres, municiones de diversos tamaños, monedas del S XIX y cerámicas barnizadas.
La Sala de municiones tenía como función distribuir las municiones a la Plaza Fuerte de Pamplona. Los límites de esta dependencia son claros, así como la zona de acceso, aunque sólo se conserva la cimentación.
El pasillo de acceso de la puerta de Aézcoa es un área que corresponde a la entrada situada al Este. Se localizaron canalizaciones, pavimentos de las mismas características que los anteriores (cantos rodados, escoria compactada, encintados de piedra) y el quicio de la puerta con sus gorroneras de hierro.
La actuación emprendida y paralizada en 1991 hubiese permitido reconocer las posibilidades de un proyecto integral de adecuación del yacimiento como ruina arqueológica visitable y evitar su progresivo y acelerado deterioro, además de confirmar y ofrecer una nueva información.
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