Hola, hoy te traigo una entrada que viene a completar lo que
te conté sobre el retejado de la ermita de San Miguel. Gracias al dato acabé
conociendo historias familiares y ahora me toca contaros lo que he aprendido
sobre la figura de Don Néstor Zubeldía, párroco exiliado en Abaurrea Alta,encargado de la Iglesia de San Pedro y de la Ermita de San Miguel durante la Guerra.
Hablando con una de mis fuentes, cuando le dije eso de “pues
hubo un párroco que era un filósofo de aupa y que es el que mandó retejar la
ermita, le mandaron castigado y vivió con Doña Aurea… se llamaba Néstor”
“-Pues no me suena de nada… Néstor… Néstor… cómo no sea
Néstor Zubeldía…
-SI, ESE, NESTOR ZUBELDIA
-Ay, Néstor, que majo, era amigo de mi papá (tu bisabuelo),
pero no sabía que había estado en Abaurrea, Néstor venía a nuestra casa en Pamplona
y uy, pasaban horas hablando mi padre y él, uno tocaba la guitarra y el otro
cantaba… ¡qué majo era Néstor! ¡Majísimo! Yo era una cría…”
- Pues también era listo, tan listo que molestaba y para
quitárselo de en medio lo mandaron a Abaurrea Alta, viviendo en nuestra casa
hizo una promesa, escribió un libro y mandó retejar la ermita.
- Pues fue un buen amigo de tu bisabuelo.”
Pero… ¿Quién diantres fue Néstor Zubeldía? (Y ¿Por qué ni en
Pamplona, ni en Estella, ni en Abaurregaina tenemos una calle con su nombre?)
Bueno, te contaré lo que he aprendido, si te interesa indagar más
sobre el tema y el contexto sociopolítico tienes un buen número de fuentes al
final del post. Yo aquí te lo cuento a mi
modo pasando por alto la jerga que no entiendo.
Néstor nació en Estella el 8 de Septiembre de 1878, era hijo
de Antonio Zubeldia y Asunción Inda. Su padre Antonio fue el secretario de
Salinas de Oro de 1880 a 1890. Antes tuvo un comercio en Estella y después de
dejar Salinas se estableció en Pamplona como agente de comercio; sus tres
primeros hijos, Abencio Antonio (1876), Néstor (1878-1963) y Martín
(1878-1974), nacieron en Estella; cuatro en Salinas; Gumersindo (1883), Félix
Antonio (1885), Eladia Eusebia (1887-1939) y Emiliana (1888-1987); y dos en
Pamplona: Cándido (1891) y Alejo (1893-1947)(1).
Cuatro murieron
párvulos: Abencio Antonio, Gumersindo, Félix Antonio y Cándido.
Martín se convertiría en Fray Gumersindo de Estella y
Emiliana pasará a la historia como una gran compositora y pianista (2)
Cuando Nestor no tenía más de nueve años vivía en Salinas de
Oro con sus padres, su hermano Martín (que por aquel entonces tenía 7 años) y
su hermana Emiliana (que tenía sólo 2 años), vivían en la casa del párroco, que
tenía un cobertizo donde los niños jugaban, pues el cura era de Salinas y vivía
en su casa nativa. Cuando aquel cura murió, otro llegó al pueblo y la familia
tuvo que marcharse de aquella casa. Consolando a su madre, el pequeño Néstor
dijo “no llore, Dios quiere que salgamos pronto de esta casa. Ese cubierto de
la huerta en el que jugamos está muy viejo y cualquier día se hundirá, puede
ocurrir que quedemos sepultados bajo las ruínas. Pero Dios quiere que vivamos.
El Ayuntamiento les preparó otra casa y dos meses justos
después de la mudanza aquel cobertizo se derrumbó tras una tarde de
lluvia. Aquel suceso fue determinante para que los dos hijos mayores; Néstor y Martin, decidiesen volcar su vida a la fé cristiana.
Estudió en el Seminario Conciliar de Pamplona acabando la
carrera en el Pontificio Seminario de Zaragoza licenciándose en Teología y
derecho Canónico. En 1901 se le adjudican las parroquias de Oscáriz, Janariz y
Beortegui. Pronto será llamado a impartir filosofía en el Seminario de Pamplona
en donde impartirá clases de Lógica y Ontología, Ética, Derecho Natiral,
Historia Natural y Teología y Patrología.
En el seminario lo tenían como “el
más simpático de los profesores, el único que ponía una nota de modernidad al
margen de los anticuados autores.” De él se cuenta que tronaba contra los
rutinarismos imbéciles.
Es entonces cuando cambia los libros de texto sustituyéndolos por la obra
erúdita “Patrología, Estudio de la vida y de la obra de los padres de la
Iglesia”, de Julian Adrian Onrumbia y logra revitalizar el Seminario, que
pasaba por una profunda crisis interna. Este rectorado puente de Zubeldia sirve
de transición a la renovación del Seminario con el Rector Elcano.
Ganó por oposición el puesto de canónigo archivero de la
Catedral de Pamplona, Jaime del Burgo recuerda así su encuentro con Néstor Zubeldia
en aquella época:
“Me gustaba de subir a una de las torres de la catedral,
desde donde pasaba a las bóvedas y contemplaba con asombro los grandes peñascos
y maderos que hacían de contrapeso a la pétrea estructura gótica. Poco a poco
llegarían a serme familiares todos los rincones del templo y sus aledaños.
Una tarde se me echó encima una sombra alargada vestida de
negro.
Retrocedí unos pasos y la sombra me dijo amablemente:
-¿Vienes a rezar o a curiosear?
-Podría decir que a ambas cosas.
-Te he visto
deambular varios días por el templo y veo que lo conoces bien.
-Creo que sí.
-Pues yo te voy a enseñar algo que se ha escapado a tu
observación. Ven conmigo -y tomándome de la mano me condujo, primero al
claustro, y después al recinto de la "Sala Preciosa"-.
-Ten cuidado con este
escalón. Por ahí se va al antiguo depósito de cadáveres.
No dejó de
impresionarme desagradablemente aquella proximidad, pero seguí adelante siempre
guiado por don Néstor, y por una estrecha escalera llegamos a una gran terraza
con suelo embaldosado, desde donde se divisaba toda la vega del Arga con su
arboleda de chopos que llegaba entonces desde el río hasta el pueblo vecino.
Era una maravilla disfrutar de aquella infinita placidez arrellanado en los
cómodos sillones de mimbre de que disponía don Néstor ante una mesa llena de
papeles. De allí pasamos al interior de una gran sala con libros hasta el techo
y enormes arcones de roble reforzados con hierros en los que se guardaban los
documentos sueltos más antiguos, algunos orlados con importantes sellos céreos.
-Me acaban de nombrar
bibliotecario de esto, y he pensado que quizás tú, que te pasas las horas
mirándolo todo, podrías ayudarme. Ahora bien, no podré darte nada a cambio.
Me impresionó la oferta y asentí de inmediato, no sin cierta
emoción al verme ante aquella enorme colección de libros. Ayudé a don Néstor
Zubeldía, que así se llamaba el canónigo bibliotecario, a ordenar, clasificar y
catalogar los libros, y allí aprendí lo que era un códice, un incunable o un
pergamino. Don Néstor quiso corresponderme dándome clases de filosofía,
haciéndome tragar en unos meses la Filosofía Fundamental y El Criterio de
Balmes, la Filosofía del cardenal Mercier y Los arcanos del Universo, de Pesch,
que me resultaban pesadísimos e ininteligibles. No comprendía qué utilidad
tenían para mí aquellos estudios en la carrera mercantil que entonces cursaba,
pero no dejé de aplicarme a ellos para satisfacer los deseos del buen canónigo.
Un día abrió uno de los arcones y sacó de él un documento
que me entregó. Al ver mis titubeos me dijo:
-Ya veo que no sabes leerlo. No te
preocupes, en poco tiempo te enseñaré a interpretar los viejos cronicones. De
esta forma surgió entre nosotros una gran amistad, y todas las tardes, al
despedirme, me decía: -Ten cuidado con el escalón del depósito de cadáveres. y
siempre me producía cierto escalofrío bajar la escalera a oscuras.”
La vida de Néstor Zubeldía está intimamente ligada a la historia de la Catedral Santa María la Real de Pamplona |
El archivo había sido trasladado
temporalmente al gallinero y el local no tenía las características adecuadas
para su ordenación. Néstor pasará 15 años de lucha reclamando la mejora de
estas instalaciones.
En 1921 es nombrado rector del Seminario Diocesano, donde
crea una cátedra de Euskera.
Por aquel entonces, Nestor Zubeldia se acoge al movimiento
espiritual llamado “Sacerdotes Niños” que elogia la Infancia Espiritual, la
adoración Mariana y al Niño Jesús, también reivindica el papel de la Mujer en
el mundo religioso. En 1924 se disuelve y prohíbe el movimiento y esto le causa
una crisis personal que le llevará al centro psiquiátrico de Oiarzun primero y
al de Pamplona después.
Tras un ingreso de 17 meses, se le da por curado y vuelve a
ejercer sus labores en la Catedral, que pasan de ser archivero a ser bibliotecario
y relaciones públicas en 1929 “abriendo la catedral” al turismo y documentando
sus tesoros. Consigue trasladar el archivo a la biblioteca en donde habilita un
espacio para investigadores y da un nuevo impulso a su vida.
Logró que la biblioteca de la Catedral obtuviese en un solo
año más de 5000 visitantes entre turistas, escolares y comisiones científicas.
Mandó restaurar el sepulcro de Sancho de Oteiza y llevó un retablo gótico de
Itoiz que se estaba deteriorando peligrosamente.
En 1931 levanta la “Academia femenina de San Miguel” con el
fin de elevar el nivel religioso y cultural de la mujer navarra, y con ella el
del pueblo. Para sufragar los costes, don Néstor da una serie de conferencias
los jueves durante siete meses en las Escuelas de San Francisco por los que
cobra una peseta la entrada. Ese mismo año, esconde diversos bienes que serán restituidos
acabada la guerra y publica “Los estatutos en el actual momento crítico de
Navarra” y “Los momentos actuales de Navarra” para un año después publicar “Lo
que conviene que los navarros sepan en la hora de decidirse por el Estatuto”.
En 1934 impulsó la cooperativa Farangortea de Artajona con
el objetivo de “mantener decorosamente en sus hogares a las familias que
quedasen sin varón que las sostuviese, a ancianos y a doncellas, supliendo lo
que ganasen”, para esta cooperativa Néstor compró tierras en los alrededores de
Artajona y maquinaria para su explotación: un camión, maquinaria de molienda de
pienso… plantó 4000 frutales aunque la idea era alcanzar los 20000. En aquella
época acogió en su casa durante 5 meses a Félix Lizarbe antes de que este
huyese a Francia robando varios códices e incunables de la biblioteca del
sacerdote.
En ese mismo año 1934 termina y publica “la sensibilidad y
la razón” y fragua la fundación de una “Academia Filosófico-Apologética” cuya
finalidad será la de instruir a los intelectuales ofreciendo la opción
republicana bajo la óptica del cristianismo.
En 1936 toca determinar la advocación y el nombre de la Catedral de Pamplona; las opciones son Santa María de Pamplona, Santa María la
Real o Santa María del Sagrario. Se decide el nombre de Santa María la Real.
Unos meses más tarde se le acusa de ser destacado
nacionalista y se le destierra a Abaurrea Alta en Mayo de 1937, dónde pasará 18
meses con dos duros inviernos viviendo en Casa Aurea. Allí mandará retejar laermita de San Miguel en agradecimiento a una promesa audaz cumplida, también escribirá
la continuación de “la sensibilidad y la razón” que tituló “estudio
analítico del ser humano y de sus causas”. Estas obras formarían parte de una obra
apologética (que pretende defender de manera racional e histórica los dogmas de
la fé cristiana) que constaría de unos 10 volúmenes y 9 libros más. Pero tanto este libro
como el resto de notas y borradores fueron secuestrados y no se
logró su devolución.
Se le traslada a la Cartuja de Miraflores (Burgos) en donde
es juzgado y resulta absuelto en 1939 a cambio de una multa de 200 pesetas por
vía de resarcimiento de perjuicios por propagar un folleto que propugnaba el
Estatuto Vasco.
Después del pago de la multa, se reincorporó al cabildo
volviendo a su cargo de Archivero de la Catedral.
A lo largo de los años, se le atribuyen algunos hechos
sorprendentes que evidenciaban la relación un tanto particular con los santos y
con Dios que tenía este sacerdote; tanto es así que llega a dar la extremaunción
a un supuesto sano y se niega a oficiar el funeral de un supuesto muerto.
Dirigió durante 12 años unas conferencias radiofónicas
tituladas “Hacia un mundo mejor”,
En 1940 hizo voto de
practicar, cada día durante el resto de su vida, dos horas de meditación en la
catedral y frecuentemente abandonaba su lecho a media noche o de madrugada para
entregarse a la oración.
En 1942 publica “Obra crítica, Vida escondida con Cristo en
Dios”, varios de cuyos párrafos están incluídos en la Liturgia de las Horas de
la iglesia Navarra.
En 1952 funda “La solidaridad cristiana de familias”; una
asociación en la que los miembros se comprometían a entregar dinero para
socorrer a las familias carentes de quien las sustente.
De él dicen que era “un orador nato, que ponía todo su ardor
en cualquier empresa, tanto política como religiosa. Piadoso y desprendido”. Nunca
se le vio enojado.
El pensamiento de lo sobrenatural era continuo en él y
cuando era llamado para auxiliar moribundos entraba primero en la catedral y
oraba ante el sagrario.
J. Arbeloa dice de él “Con ser tan aventajada su
inteligencia, era más grande su corazón”.
Sobre sus ideas políticas, el propio Nestor responde: “Jamás
he entrado en un círculo político, ni he asistido a actos políticos, ni he
escrito acerca de asuntos políticos. No tengo tiempo para emplearlo en esas
cosas. Mis actividades son de otra trascendencia.”
Los tres últimos años de su vida tuvo la cabeza trastornada, falleciendo en Pamplona el 27 de Febrero de 1963 a los 85 años de edad.
Por destacar algunas de sus obras; La sensibilidad y la razón (San Sebastián, 1934), Obra crítica; Vida escondida con Cristo en
Dios (Pamplona, 1942), Las almas de los muertos (Pamplona, 1947). El supremo derecho de la necesidad (Pamplona,
1950); El solidarismo democrático (Pamplona, 1951); Los católicos y la justicia social (Pamplona,
1954);
(1)
“Las Almas de los Muertos” es una breve obra
escrita para repartirla entre los asistentes al funeral de su hermano Alejo: “Mi
primera intención –dice el propio Néstor- al escribir estos breves apuntes y al
editarlos, fue para distribuir, como testimonio de mi agradecimiento, entre los
amigos que asistieron a los funerales por el alma de mi hermano Alejo. Pero en
mi deseo de dar consuelo y esperanza a tantos como lo necesitan, afligidos en
exceso por la muerte de los suyos, me he decidido a ampliar la edición,
publicando este folleto que borrará interrogantes, y será factor de mayor
espiritualidad y de más consecuente cristianismo.
(2)
Martín, apodado Gumersindo de Estella, fue un fraile
capuchino que fue enviado a la cárcel de Torrero, en Zaragoza en donde asistió en sus últimas voluntades a más de 1.700 presos que serían fusilados. Se encargó de recoger los testimonios de los reclusos
y narró las atrocidades que contemplaba en íntimas cartas que, a punto estarían
de publicarse en Argentina. Finalmente la edición quedaría secuestrada por
intercesión de la iglesia y de la embajada española pero ha visto la luz en este S.XXI bajo el título "Fusilados en Zaragoza. 1936-39, Tres años de asistencia espiritual a los reos." El ayuntamiento de
Zaragoza le dedicó una plaza. Por su parte, Emiliana Zubeldia compuso 42 obras
para piano, 7 de cámara, 14 sinfónica, 32 para voz y piano, 19 para coro.
También multitud de arreglos de temas ajenos y armonizaciones de canciones
tradicionales vascas. El Aita Donostia dice de ella "conoce los secretos del refinamiento moderno y se complace en
ellos, no hurgando en la masa sonora con la dificultad del que busca y rebusca
una veta, un filón cuya posición ignora dónde está enchivada (...) Suenan
deliciosamente estas melodías populares por la línea de su dibujo".
..................
FUENTES
Navarra, Historia del Euskera (José María Jimeno Jurío)
ELA en Nafarroa: cien años de transformación y lucha 1911 –
2011 (Iván Gimenez)
Mujeres que la historia no nombró (Mª Juncal Campo Guinea)
Vocaciones sacerdotales y seminaristas en la diócesis de
Pamplona 1900-1936 (Antón M. Pazos)
Una vida entre libros (Jaime del Burgo)
La patrología en el seminario conciliar de Pamplona,
1777-1999 (Julio Gorricho)
Archivo y Biblioteca de la Catedral de Pamplona (José Goñi
Gaztambide)
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