Os dejo con la segunda parte del genial estudio de Maika sobre el pueblo de Abaurrea en la Edad Media, si aún no habéis leído la primera parte os lo recomiendo.
Abaurrea en la Edad Media
por Carmen Munárriz Elizondo
3.- La Población
En el archivo del reino de Navarra se han conservado entre
otros, dos importantes repertorios o relaciones de los “fuegos” u hogares –con
el nombre de cada cabeza de familia- de todos o casi todos los pueblos y
valles, agrupados por merindades. Destacan el “Libro de Fuegos” de 1366 y el de
1427. Aunque se elaboraron con fines fiscales, sirven para calcular y comparar
el número de vecinos en dichas fechas. Provisionalmente cabe atribuir a cada
“fuego” o familia de 4 a 5 personas de promedio.
El “Libro de Fuegos” de 1366 no distingue entre Abaurrea
Alta y Baja. Sólo Abaurrea, sin más, con 30 fuegos que supondría una población
aproximada de 135 personas. Teniendo en cuenta que todo Aézcoa, en ese momento,
contaba con 136 fuegos, es decir, unos 612 habitantes, a Abaurrea le
correspondería el 22% de todo el valle.
En algunos casos figuran como cabezas de familia nombres de
mujeres, a las que debe suponerse viudas. Estos fuegos femeninos suman seis en
Abaurrea, o sea, el 20% del total de fuegos.
Es interesante analizar los nombres de las personas. En la
fecha indicada de 1366 predomina claramente en Abaurrea el nombre de Sancho,
que se repite en seis casos, más otro en femenino, Sancha. Lope, que aparece en
cuatro fuegos. Constan un Petro –latinizado por el escriba del texto- y un
Pero, que es lo mismo en romance, más un Petri, genitivo latino del patronímico
o apellido. Garcia se repite también en tres fuegos, en uno con la forma
diminutiva Garchot.
Aparecen una sola vez: Pascual, Martin, Jimeno, Eneco,
Miguel, Ochoa, Arnalt y Moysso (¿Mozo?). Entre los nombres de mujer aparte de
la citada Sancha, figura Maria en dos ocasiones; las otras son Gracia, Auria
(Oria) y Bona.
Además del Petri ya reseñado, constan los patronímicos
Velaz, López y Sanz. También pueden considerarse patronímicos Ramón, Miguel y
Juan.
Hay también dos apellidos locativos, es decir, con nombres
de lugar: de Aibar (d´Ayuarr) y Zubiri (Çuuiri). Se puede sospechar que son dos
personas oriundas de esos pueblos y que ellas mismas o sus antepasados se
instalaron en Abaurrea, probablemente tras contraer aquí matrimonio.
Se registran, finalmente, tres apellidos con el sufijo “co”;
Çalaeco, Echaraynco e Indaquoa; que hacen, probablemente, referencia al nombre
de la casa.
En el “Libro de Fuegos” de la Merindad de Sangüesa de 1427
ya se diferencian las dos Abaurreas, pero se especifica que son e facen un conzejo un cuerpo.
Aparecen como Abaurrea de Suso (o de
arriba) e de Yuso (o de abajo), pero
el recuento de fuegos se hace conjuntamente. Suman 52 fuegos y por tanto, unas
234 personas. Como en toda Aézcoa constan para este mismo año 203 fuegos
–aproximadamente 913 habitantes- a Abaurrea le corresponde el 25,6% del valle,
es decir, un 3,6% más que en 1366. Sólo hay ahora dos fuegos femeninos, ambas
con el nombre de García, que debe interpretarse como viuda de García puesto que
éste es un nombre de varón.
En cuanto a los demás nombres, continúa e incluso se acentúa
el predominio de Sancho, que se repite en doce casos. Lope y García aparecen
diez veces, sin contar en este último las dos veces que se aplica a fuegos
femeninos. Como novedad, Machín consta en seis fuegos –en 1366 sólo hay un
Martín-. Juan figura en tres fuegos. Jimeno y Ochoa en dos cada uno. Aparecen
una sola vez Domingo, Miguel, Eneco, Martín, y Peronto.
En cuanto a apellidos, cinco son patronímicos: Martínez,
López, que se repite dos veces, Enequoiz e Iñiguez. Hay dos fuegos con
apellidos locativos: Lope (de) Aria y Jimeno (de) Orbara. Los inmigrantes ahora
proceden del propio valle de Aézcoa.
Hay apellidos de 1366 que se repiten en 1427: Iturburu,
Ordoqui y Lopez. El Indaquoa de 1366 es ahora Inda. Xuri figura de dos formas:
Çuri y Çuria. El apellido Liçalde ha pasado a ser Elizalde; y también Chorocha
se transcribe ahora Chorroca. Han desaparecido Lusarreta, Garate, Velaz,
Garraza, Iturralde, Sendoa, Esparza, Sagardoy, Gurucharri, Bellore, Sanz,
Çalaeco, Echaraynco, de Olla. Aparecen, en cambio, por primera vez en 1427,
Celay, que perdura en la actualidad, Ezpelondo, Urruti, Ezquerra, Ireberri,
Landa, Echeverri, Iribarren, Iriarte, Arregui, Zarr, Mendoix, Sarse y Vetran.
En algunos de los “fuegos” de ese año se alude expresamente a los hijos o
yernos que conviven en el hogar paterno.
Como se puede apreciar, entre 1366 y 1427 aumenta la población
de Abaurrea en 22 fuegos, mayor proporción que en el conjunto del valle como ya
se ha indicado. Con todo, los representantes del pueblo declaran en 1427 que en
los últimos veinticinco a treinta años habían disminuido por mortandades trece
casas.
En 1427, unos 234 habitantes. Ahora –en el último censo-,
298, poco más que hace cinco siglos y medio. Entre los siglos XV y XIX la
población casi llegó a triplicarse. Hacia 1840 se registraban 645 almas, que en
1857 aún aumentaron a 702. Pero comenzado el siglo XX ya se advierte un claro
retroceso: 464 habitantes contabiliza J. Altadill.
4.- Medios de Subsistencia
La documentación revela para la Edad Media una economía
basada exclusivamente en la agricultura y en la ganadería.
El “Libro de Fuegos” de 1427 señala, concretamente, que los
vecinos de Abaurrea cosechan cereales, pero que solamente obtienen pan para
medio año. Se deduce que para el resto del año debían comprar grano,
invirtiendo seguramente en ello el producto de la venta de ganado. Se especifica
que no tienen viñas.
En cuanto a la ganadería, dice que viven de los pocos
ganados que tienen levando aqueillos a
escapar a la Rivera con grandes expensas. No sabemos exactamente a qué
“ribera” se refiere, pero por otras fuentes documentales consta que los de
Aézcoa llevaban las vacas a pastar a la zona francesa; y que también tenían
ganado porcino, pues enviaban los cerdos al monte de Aézcoa.
Se puede deducir que era una economía de subsistencia
predominantemente pecuaria. El déficit en cereales se enjugaba sin duda
comercializado los excedentes ganaderos.
En cuanto a las cargas fiscales, en 1427 abonaba el valle –y
con Abaurrea- una pecha anual al tesoro regio. En un principio se hacía
efectiva en especie, luego se redujo a una cantidad en metálico, proveniente
probablemente de la venta de ganado.
También se pagaban “cuarteles”, contribución de índole
extraordinaria en su origen, pero que los crecientes gastos de la monarquía
generaron casi todos los años. El “Libro de Fuegos” de 1427 está elaborado
precisamente para el pago de cuarteles. Se especifica la cuota que corresponde
a cada familia. En el caso de Abaurrea, el hogar con mayor cuota era el de
Jimeno Orbara con su yerno, con cincuenta sueldos. La suma de todo el pueblo,
en concepto de cuarteles de aquel año, es de setecientos setenta y cinco
sueldos, a casi 15 sueldos por casa. La presión fiscal era probablemente
bastante fuerte, aunque los reyes procuraban mitigarla en caso de siniestros.
Así, en el año 1435, Juan II concede a los lugares de Abaurrea Alta y Baja, y
Villanueva la remisión de cierta cantidad en el pago de los “cuarteles” por una
tempestad de piedra que había destruido la cosecha en estos lugares de Aézcoa.
Ruinas de la Ermita San Miguel, Patrono de Abaurrea Alta |
5.- Organización eclesiástica
Las Iglesias de Abaurrea Alta y Baja, San Miguel y San Martín respectivamente, sólo han conservado parcialmente sus advocaciones
medievales.
San Miguel correspondió luego a una ermita desaparecida de
Abaurrea Alta, cuya parroquia es –como se sabe- de San Pedro.
Los dos santos patrones mencionados constan, por ejemplo, en
un documento de 1435 por el cual los procuradores de Abaurrea Alta y Baja,
llamados Jimeno Orbara y Sancho Elizalde, en representación de los vecinos de
estos lugares, ceden a perpetuidad a los reyes don Juan y doña Blanca, la
facultad de nombrar “abad” para sus iglesias.
El ejercicio de este derecho de los vecinos daba lugar a
rencillas por cuestiones de parentesco y se nombraban personas ineptas para
aquel ministerio.
Seis años después una bula del papa Eugenio IV declaraba
unidas a Roncesvalles las iglesias de Abaurrea Alta y Baja, por las que al
parecer podían pagar “cuarteles” al rey. Así consta en otro documento de 1462,
los abades de las iglesias de Aézcoa solían tener algunas heredades y rentas
personales. Más no era este el caso del abad de Abaurrea, que declara no tener
propiedad alguna; se deduce pues, que se sustentaba únicamente de diezmos, primicias
y oblaciones de los fieles.
7.- Hombres Notables y Emigrantes
¿Estarán representados estos hombres notables en algunas Hilarris de nuestro Museo? |
A pesar de la escasez de información y la poca importancia
relativa del lugar, Abaurrea también contó tempranamente con personajes de
cierto relieve en su tiempo. Este es el caso de un denominado “abad de
Abaurrea” que en 1266 desempeñaba el cargo de recibidor, es decir, recaudador
de los derechos del rey en las Tierras de Ultrapuertos. Es probable que ese
abad fuese hijo del pueblo, aunque no se pueda asegurar. Caso distinto es el de
Jimeno de Orbara, vecino de Abaurrea, que en 1429 condujo a 39 ballesteros de
Aézcoa a Bernedo, lugar de Alava, donde se estaba librando una batalla contra
Castilla que supuso la pérdida para Navarra de las tierras de Laguardia,
actualmente en Álava. Ya se ha indicado que ese Jimeno de Orbara era el mayor
contribuyente de Abaurrea en 1427.
La montaña navarra siempre ha producido excedentes de
población, que debían probar fortuna en otras tierras. Para el siglo XI consta
ya la instalación de aezcoanos en el término de Aibar. En el “Libro de Fuegos”
de 1366 un Pascual de Abaurrea aparece avecindado en Beire. En Aibar consta un
Lope de Abaurrea. Otro lugar de destino es Pamplona, donde Gracia de Abaurrea
vive en la población de San Nicolás y, concretamente, en la Torredonda.
En un documento de 1490, figuran Juan de Abaurrea y su
mujer, vecinos de Pamplona, que fundan un aniversario a favor de Roncesvalles,
lo que sugiere una posición económica acomodada.
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