jueves, 4 de octubre de 2018

San Miguel, protagonista de las Jornadas de Patrimonio Europeo del 2018


     El sábado 29 de Septiembre, como seguramente sabrás, fue el día de San Miguel y este año en Abaurrea Alta quisimos recuperar parte del culto al santo que se ha ido perdiendo en nuestro pueblo, especialmente en el último siglo, con una visita guiada en el marco de las Jornadas Europeas dePatrimonio.

Esta entrada es para contarte como pasamos la mañana de aquel día.



    Para serte sincera, no esperaba que acudiese nadie a las 10 de la mañana a la puerta del Museo de Estelas – Abaurregainako Hilarriak para la actividad prevista, este año no puse carteles anunciadores y la única difusión de la actividad (además de la que hacen de todas las actividades desde el Gobierno de Navarra) es la que pudiste leer la semana pasada en este mismo blog. Para más inri, la actividad que propusimos coincidía a la misma hora con otras de gran atractivo por aquí cerca (visitas a la calzada romana desde Aurizperri-Espinal o a la fábrica de armas en Orbaiceta...) es el resultado de que no nos coordinemos entre nosotros y nos enteremos de lo que se ha propuesto en otros pueblos el día que se hacen públicas las actividades). ¡Menuda faena! este año desde la administración nos recalcaron que nos pedirían informes sobre el desarrollo de la actividad, con fotos y número de participantes y yo no tendría asistentes ni fotos. 

    Bueno, pues con la premisa de que viniese o no viniese gente había que ofrecer la oportunidad de pasear por San Miguel, patrono original de Abaurrea Alta, en su día dedicado, estaba absolutamente convencida de que no vendría ni quisqui y me tocaría decir en el informe que la actividad no había dado resultado. Hice unos ensayos previos con el gato naricitas, puesto que así, al menos, podría enviar fotos y trampear la fecha poniendo que asistió un gato a la visita guiada. 

Naricitas jamás me dice que no cuando le propongo un paseo por San Miguel.

Naricitas atendiendo a mis explicaciones sobre Castielnuevo

     Llegó el día, la noche anterior imprimí la selección de dibujos del santo para colorear, probé el radiocasete en el que se escucharían las canciones de Teobaldo y descubrí que no funcionaba (¡!) menos mal que los temas del rey navarro se pueden encontrar sin mucha dificultad por internet.

    La mañana del 29 de septiembre pensé que no merecía la pena ir hasta la puerta del museo a las 10 para ver si había alguien, pero finalmente asumí la responsabilidad y bajé, convencidísima de que al asomarme a las escaleras no habría nadie en la puerta del museo y pasaría de largo para quitarme el mal sabor desayunando en el bar entre amigos.
Me quité las legañas y decidí no tomar café en casa (¡para qué, si iba a desayunar en el bar con la actividad cancelada!) bajé en medio minuto, como mero trámite, pero…. al asomarme y mirar hacia abajo en las escaleras que unen los barrios ¡Había gente! No me lo podía creer ¿en serio?

No te voy a mentir, no era una horda, pero había más de dos personas (que era el número, a lo sumo, que imaginaba, los típicos que se lían al leer el programa de las Jornadas de Patrimonio y aterrizan en Abaurrea Alta), no no, no estaban dos personas ¡estaban 7!

MENUDA SORPRESA


La foto de rigor a la entrada del museo ¡ya no tengo que mandar la del gato!

    7 vecinos del pueblo, que pueden subir a San Miguel cuando quieran, que están aburridos de ver la ermita y conocen la cueva, 7 vecinos que el día de San Miguel habían decidido sumarse a la actividad y pasar juntos una agradable mañana.

¿TE LO PUEDES CREER? A mí me costó.. pero pronto cambié el chip y me arrepentí de no haber desayunado antes en casa. Repartí los dibujos para colorear (claro que sobraron, pero como me encantan aprovecharé para pintarlos yo misma y guardar alguno para regalar) y nos pusimos en marcha.

En marcha hacia la cima

   Nos salió un día precioso, calorcito, el sol.. subimos sin problema e hicimos varias paradas (en la ermita, en el campo de los grillos, en el mirador hacia el Pirineo, en la cueva y en la peña) y fue realmente enriquecedor, pues en cada parada surgían conversaciones sobre lo que cada uno recordaba y conocía de estos lugares. Si, si tuviese que describir como fue aquel paseo con una palabra sería esa “enriquecedor”.

Claudia de Sargento nos explica algunas plantas medicinales que crecen en el entorno de la ermita

    Date cuenta de que, al ser todos vecinos de este pueblo, tenemos muchas anécdotas que hemos vivido y conocemos. Así que no se habló sólo de cuando Teo fundó Castielnuevo y en el paraje llamado Gazteluzabala tenemos un ermita”, se contaron historias sobre la serora que guardaba la ermita, de cuando se hacían peticiones poniéndole velas al santo, de cuando se recogían plantas medicinales para tratar problemas de piel o reúmas, de cuando los chavales de la escuela aprovechaban los recreos y subían al monte, que aquel entonces era “el patio del colegio”…

Blanca de Elizalde nos cuenta varias técnicas para cazar grillos en el campo de los grillos ¡menuda manera de desarrollar habilidades tenían antes los niños! , estos juegos deberíamos recuperarlos.. 

    Me alegró muchísimo enterarme de que el aguabenditera de la ermita es la que tenemos en la Iglesia de San Pedro, este es uno de los elementos que llaman la atención de los turistas aficionados a visitar iglesias y en el catálogo monumental de Navarra dicen que junto a la pila bautistmal y las escaleras de caracol este aguabenditera nos indica el origen medieval de la iglesia. Jajajaja, pues no, el aguabenditera no es de la lustrosa iglesia de San Pedro, si no de la pequeña ermita de San Miguel.

Desde hace unos años existen unas vallas de protección que hacen del paseo algo seguro para los niños

   Me encantó escuchar la historia de la Serora, o la ermitaña de la que ya tenía conocimiento, de la voz de Blanca y de Claudia. La Serora vivía en una chabola cercana a la ermita (encontramos en algunos documentos una casa llamada “Casa Ermita”) y era la intermediaria entre los vecinos del pueblo y el ángel olvidado, al que sólo recurrían en momentos de máxima necesidad o desespero. Mientras los diezmos iban a San Pedro, las súplicas y peticiones iban a San Miguel, a quien esta Serora ponía velas y rogaba en nombre de quienes habían acudido a ella. Además de poner velas al santo, cuidar la ermita y hacer pomadas con hierbas medicinales esta señora tocaba las campanas todos los días a una hora señalada para que quienes habían salido al campo a hacer labores agrícolas se orientasen en días de niebla o nieve.

Un año más, participamos en las Jornadas Europeas de Patrimonio ¡gracias por asistir!
    Aprendí un montón de cosas gracias a mis vecinos y me invadió una sensación bonita, la de que este monte y el santo que le da nombre no están del todo olvidados, en el campo de los grillos pensaba en que la gente guarda tal cantidad de experiencias y recuerdos que es fácil “encender de nuevo” “berpiztu” el cariño que le robó San Pedro.

   Sí, seguro que el mismísimo arcángel y aquella Serora estaban en algún lugar, mirando de reojo a este grupo de valientes desde arriba, y sonriendo. No nos hemos olvidado del todo de ellos.

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