Hola, aquí tienes la continuación del artículo que una servidora escribió para la revista Etnografia nowa - The New Ethnography sobre la historia y algunas particularidades etnográficas del pueblo de Abaurrea Alta (y de rebote, del valle de Aezkoa).
Si quieres empezar por el principio puedes echarle un vistazo a la primera parte aquí.
Edad Moderna (S.XVI – S. XVIII)
En 1507 ya existían acuerdos faceros sobre
la selva de Irati, en 1536 entre Aezcoa y Soule. Dice Guillen (1955) “Los
acuerdos de aprovechamiento de pastos […] acabaron haciendo de las facerías una
figura jurídica primaria creando numerosos conciertos que ligaban entre sí a
los valles, a los pueblos y a los monasterios.” Estos acuerdos faceros siguen vigentes
gracias a que contemplan el concertar tratados de facería complementarios
quincenalmente. La de Aezcoa – Cice es una de las pocas facerías del Pirineo
que mantiene su carácter práctico gracias a las constantes renovaciones y
ampliaciones.
En
el S.XVI existen acuerdos faceros entre los diferentes municipios del valle y
territorios fronterizos. Son frecuentes las disputas por aprovechamiento de
hierbas y los prendamientos indebidos de ganado, también conflictos de otras
índoles entre municipios o entre municipios y la Junta del Valle. Los pueblos se rigen mediante un fiscal, vecinos
jurados y regidores20 que pueden actuar sobre cuestiones civiles,
también se nombran fiscales suplentes, además, cada pueblo tiene su almirante
de guerra. De manera complementaria, están los diputados y alcaldes21
perpetuos del valle (lo que hoy sería “La Junta del Valle de Aézcoa”), así como
el almirante del valle7. Existían los cargos de Notario8,
Beneficiado de Parroquia9, Escribano Real10 ,Presbitero11..
En
la segunda mitad del S.XVI y durante el S.XVII hay un auge de la industria molinera
contabilizándose al menos 3 molinos en las dos Abaurreas3 y otros tantos en municipios limítrofes como
Jaurrieta, Arive, Aria4, Garayoa, Garralda19, Oroz-Betelu…
Estos molinos serán arrendados frecuentemente y su gestión será motivo de
disputas27. En este contexto encontraríamos la cantera molienda de
Xaudran de Abaurrea Alta (Castro Montoya, J 2015). En el S XVII dos aezkoanos
arrendarán la herrería de Oroz-Betelu16
También abundan los hornos de cal, kisulabe o caleras, al menos tres de ellos localizados en Abaurrea Alta
(Estagua5, Butzarri y Kixulabexar). Se comerciaba local y extralocalmente
con lanas6, paños, avena23, cebada…
Los archivos sobre litigios civiles y
penales de los S. XVI – S.XIX describen una sociedad mayormente ganadera,
siendo el caballar24 el más frecuente, seguido del ovino, el
caprino, el vacuno y el porcino con los que eventualmente se comercia. Además
de ganaderos, muchos de los vecinos trabajan de duleros, pastores y vaqueros12
, herreros13y herradores14, trajineros15,
carpinteros (fusteros)18; a
comienzos del S. XVIII aparecen otros oficios como el de capador y maestro
cirujano22 y en el S.XIX el de boticario26.
En 1635 se hace un cómputo por orden del
marqués de Valparaiso de los efectivos de los que disponía el reino, en el
valle de Aézcoa cuentan con 238 personas, de los cuales 16 son mosquetes, 194
arcabuces y 47 picas. (Gallastegui, 1990)
Todos estos textos se escriben en
castellano pese a que coloquialmente y en los oficios se hable en aezkera, el euskera propio del Valle de
Aézcoa. En 1794, Luis Lucien Bonaparte se interesa por el lingüismo vasco y recopila
la doctrina cristiana que se da en la Iglesia San Martín de Abaurrea Baja25
Edad Contemporánea (S. XIX – S-XX)
En la década de 1820 se deduce de los litigios
el ambiente bélico con Baigorri anterior a la primera guerra Carlista, figurando
convenios y sentencias entre pueblos relativas al pago de alojamiento de
soldados y apresamientos por no acudir a armas.28
En 1834 el General Carlista Tomás de Zumalacárregui queda atrapado por la nieve en Abaurrea Alta y escribe numerosa
correspondencia desde este lugar. (1963, Nuñez de Cepeda)
Pascual Madoz en 1846 describe Abaurrea Alta como un terreno pobre, con un término que abraza 5560 robos de tierra de
baja calidad con cosechas inciertas y limitadas por la duración de las nieves
pero que produce trigo, hortalizas, madera y pastos para un ganado abundante y
posee dos molinos harineros que se mueven durante el invierno, así como varios
telares de paños burdos.
En 1918 se clausura el cementerio parroquial de Abaurrea Alta que se sitúa desde el S.XV junto a la parroquia de
San Pedro y se acuerda enterrar a los difuntos de 1919 en el nuevo cementerio,
situado a las afueras del pueblo, en un sitio que llamamos “los Tufarres”.
En el recién clausurado cementerio abundan
las estelas discoideas que se entremezclan con algunas cruces de hierro según
cuentan informantes locales; también aflora del suelo una lápida moderna, del
S.XX que reza “Sepultura de casa Remondegui” y algunos cipos funerarios. Una
gran cruz latina de altar está labrada sobre la roca viva del roquedo – cantera
junto a una fosa. Las actas de defunción del año 1912 citan un neutro pegante
al cementerio de la iglesia parroquial de San Pedro, lugar destinado a
enterramientos de nonatos y vecinos no bautizados, excomulgados…
Las familias aún acudirán algunos años al
antiguo cementerio para hacer ofrendas de pan y luz.
Existe documentación gráfica de un hórreo en Abaurrea Alta en 1920 perteneciente a la casa Almirantearena. A día de hoy no queda ningún granero de este
tipo en las Abaurreas aunque, viendo que de los 22 hórreos autóctonos que se
conservan en Navarra, 15 están localizados en el Valle de Aézcoa no sería de
extrañar que las pérdidas de graneros que se registran durante la Guerra de la
Convención (1793 – 1795) se refieran a 14 hórreos arruinados en Abaurrea Alta y
18 en Abaurrea Baja. (Iriarte Lorea, M. 2015).
La transformación económica de la Abaurrea
se efectuó sobre todo en las décadas centrales del S.XX, por lo tanto, hemos de
hacer un ejercicio de imaginación para situarnos en 1918.
En aquel momento el retorno de los
indianos supuso un arranque industrial y social, mejorando las infraestructuras
básica., El Pantano de Irabia, que Domingo Elizondo conseguiría construir para
canalizar las potencias de los ríos Irati…supondría un afloramiento de la
industria maderera, forestal, eléctrica y ferroviaria.
Aunque la carretera que habría de unir
Abaurrea con Garayoa y Jaurrieta no se construyó hasta la década de 1930 no se
puede decir que el valle de Aézcoa ni las Abaurreas estuviesen incomunicados. A
través de caminos, vías y cañadas los vecinos se desplazaban con facilidad por
cuestiones de trabajo (estacionalmente en trashumancia a la llanura de Aquitania,
o el caso de las mujeres que marchaban a las campañas de recogida de helecho a
la zona de Mauleon y traían vajilla a los hogares), también había numerosas
romerías anuales a las ermitas de la zona (Roncesvalles, San Esteban, San
Joaquín, La Virgen Blanca…) y mercados regulares en Aribe, Burguete, Mauleon,
San Juan de Pie de Puerto…
Siete años después de la hipotética visita de Eugeniusz Frankowski, en 1925, los dos molinos harineros seguían funcionando y al menos uno de ellos
suministraba electricidad al pueblo mediante la empresa eléctrica Electra
Abaurreas. Había industria de
extracción, almacenamiento y explotación de maderas, un aserradero llamado “La
Abaurreana” y algunos trabajos sobre esta madera con la fabricación de peines
(raquetas de nieve) bastes, y cucharas de boj en dos carpinterías. Existe una
herrería (Casa Gracían). Había una
tienda de comestibles o abacería, dos zapaterías y una carnicería regentada por
el propio ayuntamiento, dos panaderías, una posada y una taberna. Contaba con una
escuela a la que acudían niños de ambos sexos y médico visitador, comadrona y
barbero.
Las Casas
Las casas de Abaurrea Alta reciben su
nombre de nombres de personas y apodos (Sancho Luz, Aurea, Esteban, García
Celay, Simon, Sargento, Ignacio, Enecoiz, Juan Zuri, José Ancho, Pedro José..) de apellidos (Ordoqui, Ituburu, Etxeberri,
Erlandre, Celay, Garate, Jolis, Chapar, Zubialde, Arostegi, Arregi, Orbara,
Marico, Chorrota, Irigoyen) , de oficios o cargos (Cesteros, Bastero, Maestro,
Apezetxea, Zapatero, La Porquera, La Tenderosa, La Vaquera, El Herrero,
Almirantearena) , de lugares (Ermitalde, Ezpelondo, Elizondo, Elizalde,
Otsobide, Eskorte, Orialde), de características constructivas…
Prácticamente todas las casas tenían un horno de pan en donde se cocinaban las opichilas u opilchias, ofrendas de pan que se bendecían durante la misa. Los tejados eran de tablilla lo que facilitaba la propagación de los incendios.
Prácticamente todas las casas tenían un horno de pan en donde se cocinaban las opichilas u opilchias, ofrendas de pan que se bendecían durante la misa. Los tejados eran de tablilla lo que facilitaba la propagación de los incendios.
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