viernes, 6 de octubre de 2017

Abaurrea Baja, una anciana madre

Seguimos repasando lo que podéis leer sobre Abaurrea Baja y Abaurrea Alta en el número 47 de la revista Conocer Navarra. Un genial artículo escrito por Julio Asunción e ilustrado con fotografías del simpatiquísimo Iñaki Tejerina. ¡Leed con cuanto cariño retratan nuestros pueblos!

-Abaurrea Baja, una anciana madre



Abaurrea Baja, una anciana madre


Abaurrea Baja es la madre. Abaurrea Alta, la hija. De la primera nació la segunda y con el paso del tiempo, como pasa también con las personas, la hija fue superando en vigor a su madre. Hoy Abaurrea Alta, con sus 127 habitantes, casi cuadruplica la población de Abaurrea Baja (35 en 2016). 

Ya desde antiguo, el espacio que hoy ocupa Abaurrea Alta fue recogiendo los excedentes de población de la localidad originaria, donde las tierras eran más pobres en pastos y en superficie agrícola aprovechable. Cuando se vive de la tierra, la tierra manda, y en este caso se decidió dividir a los vecinos, que fueron construyendo bordas y cabañas para aprovechar mejor los prados del altozano.

En 1237, el rey Teobaldo I decidió crear la población de Castillonuevo (la actual Abaurrea Alta). Una de las principales razones, acabar con los pleitos entre abaurreanos y sus vecinos del valle de Salazar que también deseaban esas tierras. Durante un par de siglos se consideraron las dos Abaurreas el mismo pueblo. Es en el libro de Fuegos de la merindad de Sangüesa fechado en 1427 cuando ya se diferencian. Allí aparecen cómo Abaurrea de Suso (o de arriba) e de Yuso (o de abajo). Aún así todavía formarían un solo concejo hasta que, en 1845, Abaurrea Alta creó su propio ayuntamiento.



Abaurrea Baja posee el monumento más antiguo y valioso de ambas localidades: la iglesia de San Martín de Tours. Es un templo gótico del siglo XIV que conserva bien sus trazas medievales. Muy poca escultura adorna el exterior de la iglesia, sólo los capiteles con motivos vegetales de su portada, que se embellece con cuatro arquivoltas. La torre apenas sobresale sobre el cuerpo de la iglesia. Es como si la humildad del pueblo se trasladara también a su torre campanario. Como si la misma iglesia quisiera no destacar demasiado.

En su interior nos espera una hermosa y amplia nave con bóvedas de crucería. La cabecera poligonal enmarca el presbiterio, al que se accede a través de una reja gótica del siglo XVI. Destacan también el púlpito, la sillería y un facistol barroco del siglo XVIII. Muy interesante es la balaustrada en piedra del coro con dos escudos. Uno tiene especial importancia, porque probablemente es una de las representaciones más antiguas del escudo de Navarra.

El otro es el escudo del valle de Aezkoa, un roble atravesado en su base por un jabalí. Este escudo lo utilizan como propio todos los municipios del valle. El jabalí representa el valor en el combate. Esto nos recuerda que soldados aezkoanos formaron parte de la guardia de Sancho el Fuerte. El roble del escudo simboliza la tradición y la fortaleza.

En la iglesia falta mucho por hacer y restaurar. El templo es el reflejo del pueblo, se respira un aroma de romántica decadencia. Es ese ambiente de lugar antiguo y tranquilo que poco a poco se va apagando, según va quedando despoblado. En 1950 vivían en Abaurrea Baja 150 personas. En menos de 70 años ha perdido casi el 75 por ciento de su población hasta convertirse en el municipio menos poblado de Aezkoa. Podría imaginarse que Abaurrea Baja es como esa madre ya anciana que se sienta al fresco dejando pasar el tiempo frente a la casa familiar, recordando otros tiempos.

Un pasado, el de las Abaurreas, que no fue sencillo. El duro clima y la pobreza del terreno hicieron que aquí sólo se diera una agricultura de subsistencia. Tal era la escasez de tierras de calidad cultivables que los campos daban trigo para fabricar pan sólo para medio año teniendo que traer de otros lugares el grano restante a cambio del dinero obtenido de la venta de cabezas de ganado.

La ganadería siempre ha sido una de las fuentes económicas principales de las Abaurreas y del Valle de Aezkoa. Principalmente el vacuno de raza pirenaica, que proporciona carne de la mejor calidad. En las últimas décadas, la siembra de patata para semilla se ha convertido en otra de las actividades principales. También la explotación maderera contribuye al sostenimiento de los ayuntamientos. Aún así, la sangría de los jóvenes que prefieren los atractivos de la ciudad no para. Abaurrea Baja, la madre anciana, no olvida a los que se fueron.

Antes de abandonar esta localidad, podemos conocer parte de su patrimonio natural en una propuesta sencilla e interesante siguiendo la pista del sendero local SL NA – 50B que, desde las cercanías de la iglesia de San Martín de Tours, nos lleva a la cueva de Asketaldea. Al finalizar este artículo se describe la propuesta de forma pormenorizada.

Tras visitar la cueva de Asketaldea emprendemos camino hacia Abaurrea Alta. A la salida del pueblo nos encontramos con otro de los monumentos de Abaurrepea: un bonito crucero renacentista. ¿A cuántos abaurreanos ha visto esta antigua cruz marchar hacia el nuevo pueblo, hacia el caserío que parece querer buscar las alturas del valle? Más de uno persignaría ante el crucero pidiendo un futuro mejor.



Sigamos los pasos de aquellos que hace siglos se trasladaron, desde el lugar en que nos encontramos a Abaurregaina o Abaurrea Alta. Allí nos espera el “Balcón de los Pirineos”. 

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