El Rosal silvestre, la rosa canina, es un arbusto espinoso que puede
alcanzar dos metros de altura de la familia de las rosáceas y nativo de Europa,
noroestre de África y Asia occidental. Se ha introducido con éxito en
Norteamérica, es de carácter rústico y su distribución es amplia.
Sus tallos
colgantes de color verde intenso, están cubiertos de pequeñas y robustas
espinas, cuya forma recuerdan a los dientes del perro. Por ello el nombre de canina.
Puede ser caducifolio o perenne, en cualquier caso sus hojas crecen de forma imparipinada y son de tipología compuesta de 5-7 foliolos ovales y con los bordes aserrados. Puede
multiplicarse mediante rizomas y estolones.
Florece de mayo a julio con flores
solitarias o agrupadas, de color blanquecino o rosa pálido, con cinco pétalos y
6 cms de diámetro.
Producen frutos a final de verano, de color rojo intenso y
forma ovalada llamados comúnmente escaramujos o tapaculos.
Este fruto carnoso es muy rico en vitamina C y
carotenoides y flavonoides, usado con fines medicinales y alimenticios, con
ellos se elaboran mermeladas, tisanas y bebidas alcohólicas.
Carlomagno
reclamaba que en sus campos cultivasen rosales y durante la segunda guerra
mundial los estudiantes británicos eran mandados a recoger escaramujos para
suplir la falta de fuentes de vitamina c tras el bloqueo en las importaciones
de naranjas, además, del escaramujo se obtiene un aceite muy codiciado en
perfumería.
En sus usos alimenticios hay que tener en cuenta que tiene unas semillas pilosas en su interior que hay que separar ya que son tóxicas.
Está presente en toda la península,
exceptuando zonas muy puntuales de las costas andaluzas y murcianas, desde
nivel del mar hasta los 1500 metros de altitud.
Presente bajo climas atlántico – mediterráneo,
esto es, zonas templadas. Aunque tolera muy bien el frío y las heladas.
Prefiere zonas montañosas o semimontañosas, sotobosques arbustivos o lindes de
caminos. También tolera la salinidad y la encontramos en zonas costeras.
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