ARIBE EN EL CATÁLOGO MONUMENTAL DE NAVARRA
En el Tomo IV* del Catálogo Monumental de Navarra (1980)
encontramos los datos de pueblos de la Merindad de Sangüesa correspondientes a
los pueblos, por orden alfabético, de Abaurrea Alta hasta Izalzu. Este tomo es
obra de María Concepción García Gainza y Mercedes Orbe Sivatte.
El pueblo de Aribe aparece descrito de este modo:
“Esta localidad coincide prácticamente con el centro
geográfico del valle de la Aézcoa. Se halla emplazada a orillas del río Irati
que precisamente en su término se ve enriquecido con las aguas de sendos arroyos
procedentes de Aria y Garayoa respectivamente. En sus cercanías se localizan
los montes Errondoa, situado en los límites de esta población con las de Aria y
Garralda, y Pucheberro, en la frontera con Villanueva.
El primer hecho histórico de cierta transcendencia que
afecta a Arive, es la concesión de los fueros al valle de Aézcoa del cual
formaba parte, hecha en 1169 por el rey Sancho el Sabio. Posteriormente serán
ampliados por Sancho el Fuerte en 1229, y confirmados por Carlos III, Juan II,
Juan de Albret y Doña Catalina y Felipe III.
Sin embargo, durante la Edad Media, el papel jugado por
Arive en el conjunto del valle parece de escasa trascendencia, probablemente a
causa de su menor población: en efecto, en el libro de Fuegos de 1366 figura
con sólo 6 fuegos, la cifra mínima del valle. Ello explica la penuria de
noticias sobre la localidad en esa etapa. Con todo, sabemos que en 1432 la
reina doña Blanca autorizó a Juan de Ezpeleta y Yenego Sánchez de Gurpide para
explotar minas en Arive.
Durante la segunda mitad del siglo XIV y primera del XV la
Aézcoa en general, y por tanto cabe suponer que también Aribe, se vio afectada
por las tensiones entre Navarra y Francia, que además repercutirían de manera
particularmente intensa en la zona por su condición fronteriza. Así en 1366 ante
el paso de las grandes compañías de Duguesclin hacia Castilla, Anralt Sanz de
Hacxa fue enviado a guardar los puertos para impedir la entrada de los
franceses en el valle, mientras que en 1466 son reclamados los habitantes del
valle para concurrir a la fortificación de Sangüesa también ante la hipotética
amenaza francesa.
En la segunda mitad de la decimoquinta centuria Aézcoa,
incluido Arive, sufre asimismo el azote de las contiendas civiles. Partidario
de los agramonteses, el valle se vio devastado por las incursiones de Juan de
Cardona, defensor de los derechos del Príncipe de Viana.
Fue precisamente en Arive donde en 1784 tuvo lugar un hecho trascendental
para la historia de la Aézcoa: la cesión a la corona de los montes, ríos y minerales,para el establecimiento de una fábrica de armas en las cercanías de Orbaiceta,
en el mismo emplazamiento en que venía funcionando tradicionalmente una
ferrería. La construcción de esta fábrica, contra lo esperado, tuvo
consecuencias muy negativas para el valle, ya que lo convirtió en objetivo
militar preferente para los franceses, lo que no tardó en verse tanto en curso
de la guerra de la Convención, en la que los franceses quemaron numerosas
casas, mataron a los habitantes y robaron cosechas y ganado, como en el de la
Independencia. Por la misma razón la Aézcoa fue codiciada por los carlistas,
habiéndose inclinado sus habitantes por los isabelinos, fue atacada por Zumalacarregui.
El caserío dominado por la peña de Aria se desplaza por la
llanura que se extiende por ambos márgenes de dicho río. Cuenta con una iglesia parroquial moderna, dedicada a la Inmaculada, y en sus cercanías se localiza la ermita de San Joaquín, la única con culto existente en el valle.
Su escudo, que es el mismo del valle y de las restantes
villas trae de plata y encino de sinople en cuyo tronco está atravesado un
jabalí de sable, con bordura de gules. “
Después de esta introducción, se repasan la arquitectura
religiosa del pueblo que, como ya tienen su espacio en este blog, te dejo a
continuación.
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Y después de esto, un último fragmento se dedica a la
Arquitectura Civil de Arive, que veremos más adelante en otra entrada.
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